Un candidato a la medida
No había otro banquero que pudiera ocupar el puesto. Dicen que nadie es imprescindible, y así lo ha declarado el presidente de Sabadell, José Oliu a este periódico en referencia al hasta ayer consejero delegado del banco, Juan María Nin. Pero en este caso parece que era la excepción. Sólo Nin cumplía los requisitos exigidos por la cúpula de La Caixa, la Generalitat y el supervisor para ocupar el puesto de director general.
Aunque las especulaciones, incluso varias informaciones apuntaban desde hacía días a Nin como sustituto de Isidro Fainé tras ascender éste a presidente, tanto él como la entidad de ahorro al final han sabido manejar sus tiempos. Los desmentidos eran continuos y rotundos. Incluso ante el propio Banco Sabadell, entidad de la que procede Nin.
El ya ex consejero delegado de Sabadell llevaba casi un mes negociando con La Caixa. Desde el primer momento en que la caja de ahorros decidió precipitar el relevo, previsto inicialmente para noviembre, empezó a comunicar su intención de fichar a Nin. En la reunión que mantuvieron los responsables de La Caixa con el presidente de la Generalitat, José Montilla, y con el conseller de Economía, Antoni Castells, a primeros de mayo, ya salió a relucir este nombre.
Fainé lleva varios años tentando a Nin para ficharle
Faltaba la firma, algo que no se consiguió hasta ayer por la mañana. Nin estuvo hasta las 7 de la tarde del miércoles en Madrid. Oliu llegó a las 12,30 horas y se fue en el mismo avión que Nin a Barcelona. Fue allí donde confesó su decisión. Iba a reunirse con Fainé en cuanto. Nin y el ya presidente de La Caixa son amigos desde hace años. Incluso antes de que La Caixa entrase en la década de los 90 en el capital de Sabadell. No era la primera vez que Fainé tentaba a Nin. La primera antes de entrar en Banco Sabadell. La respuesta ya la tenía decidida. La oferta realizada por La Caixa es tan sustanciosa que era imposible rechazarla, explica una fuente conocedora de los intríngulis de las negociaciones y de la retribución que recibirá a partir de ahora Nin. Oliu, que inicialmente no podía dar crédito a las especulaciones, cedió finalmente. Y fue al medio día de ayer cuando le dio la carta de libertad. Antes, durante toda la tarde del miércoles recibió varias llamadas. 'Muy importantes', según varias fuentes, para que Oliu entendiera el alcance de la operación. El último en telefonearle fue Fainé. La operación estaba hecha. La Caixa se lleva a Nin. Sabadell se queda sin consejero delegado, un puesto que si ha sido difícil de cubrir para la caja catalana será igual de complicado, o ahora más para el banco. Así lo reconocía el propio Oliu poco antes de conocer la salida de Nin. Pero Sabadell reaccionó tan rápido como pudo, una de sus principales características. Comunicó a última hora de la tarde que Oliu asumirá las funciones que hasta ahora tenía delegadas el consejero delegado.
Y aprovechó para ser cortés. 'Sabadell quiere hacer público su agradecimiento al Sr. Nin por los servicios prestados a la entidad durante los últimos cinco años, así como expresar sus deseos de éxito en las nuevas responsabilidades que le serán encomendadas', decía el escueto comunicado del banco. La reacción de los mercados a la salida se verá hoy.
Lo que se pregunta el sector financiero es cómo es posible que un monstruo como es La Caixa, la tercera entidad financiera española por beneficios, la primera por red de oficinas nacional y poseedora del grupo industrial más importante del país, con un valor de mercado que supera los 20.000 millones de euros, no tuviera recambio para Fainé.
Ni Antoni Massanell, director general adjunto de tecnología, banca electrónica y servicios bancarios, ni Tomás Muniesa, responsable de seguros, tesorería y recursos humanos, o Marcelino Armenter, el último en ascender a director general adjunto, que se encarga de dirigir la estrategia de las participadas de la entidad, reunían las características que buscaban Fainé o Ricardo Fornesa. Este último hasta ayer presidente de La Caixa. Banquero con larga trayectoria profesional, catalán, entre 50 a 55 años de edad, y con experiencia para poner en marcha la expansión internacional del grupo, eran requisitos imprescindibles. La oferta era muy limitada. Era el único, según ha reconocido el presidente de Sabadell, Oliu este periódico.