Resultados electorales y aforismos populares
Las elecciones del domingo se han celebrado con un entorno económico razonable, aunque no exento de ciertas amenazas. En efecto, es cierto que las sucesivas subidas del tipo de interés están ahogando a los deudores -y no sólo a los hipotecarios-, y que la ausencia desde 2004 de las necesarias reformas estructurales -de carácter laboral, fiscal y liberalizador- ensombrece progresivamente las expectativas de la economía española. Pero también lo es que, de momento, nuestro PIB sigue creciendo, seguimos creando empleo y la inflación se mantiene en márgenes admisibles.
El entorno descrito ha favorecido la compatibilidad el triunfo global en el territorio nacional del PP con las victorias generalizadas de los respectivos gobiernos municipales y regionales. Cumpliéndose el axioma según el cual 'no es tan verdad que la democracia sea el gobierno del pueblo, como que es un sistema que permite al pueblo descabalgar a un gobierno con el que no está satisfecho', parece que, en general, los españoles están conformes con el gobierno de su ciudad y de su comunidad.
No obstante, la multiplicidad de gobiernos locales que se someten a juicio en estas elecciones permite realizar varios análisis de detalle, y todos ellos de indudable interés. Veamos algunos.
Los politólogos suelen destacar que en relación al déficit ético de sus gobernantes y de sus políticos, la sociedad española es -en términos de comparación internacional- excesivamente contemporizadora. Sin embargo, y afortunadamente, el domingo determinados ejemplos pusieron de manifiesto que lo anterior no es ilimitado.
Al respecto -y por razones de higiene democrática-, hay que celebrar que los electores de Marbella hayan concedido el gobierno de su ciudad al PP, único partido que no está manchado por el fraudulento expolio a las arcas municipales marbellíes, o que los votantes de Seseña hayan apoyado al alcalde de Izquierda Unida, que se ha atrevido a enfrentarse al fraude organizado por el siniestro personaje apodado el Pocero.
Pero sin duda el paradigma de lo expuesto se encuentra en el veredicto emitido por los madrileños. Al enjuiciar a Miguel Sebastián, lo han condenado tanto por su conducta al frente de la Oficina Económica del Gobierno como por su comportamiento en la campaña electoral. La magnitud de la condena -el peor resultado en la historia del PSOE en el Ayuntamiento de Madrid- es directamente proporcional a la valoración ética de su trayectoria profesional y política.
Otro dato relevante es la correspondencia en el ámbito regional entre prosperidad económica y predominio electoral del PP -como muestras visibles las comunidades de Valencia y de Madrid- o, lo que es lo mismo, atraso económico y predominio electoral del PSOE -como ejemplos, las comunidades de Extremadura y de Andalucía-. La cuestión a debatir es si la relación existente es de causalidad directa o inversa. Es decir, si el progreso de una región decanta su voto hacia las opciones liberales o de si, por el contrario, son éstas las que hacen progresar a una región.
En la madrugada del lunes, en consonancia con el dicho según el cual 'una imagen vale más que mil palabras', se pudo comprobar que 'la victoria tiene muchos padres, la derrota ninguno'. Aunque tras el escrutinio, y siguiendo la tónica habitual de las noches electorales, todos decían haber ganado, en la pantalla de la televisión contrastaba la alegría contenida en el balcón y aledaños de la calle Génova celebrando su victoria con el ceño circunspecto y la cruel soledad del secretario general de los socialistas anunciando el éxito electoral de su partido.
Otra consecuencia negativa proporcionada por estas elecciones consiste en que, de nuevo, los impuestos pagados por los españoles van a sufragar -por la doble vía de la subvención según resultados electorales y la asignación a los cargos electos- a los partidarios del terrorismo, desandando así el difícil camino andando con anterioridad. Constituye una injusticia, una torpeza y una inmoralidad directa y exclusivamente imputables a la geoestrategia puesta en marcha por José Luis Rodríguez Zapatero. Es posible que un día los españoles le pidan cuentas, pero es seguro que 'la historia le condenará'.
A modo de reflexión global, cabe considerar, en todo caso, que los resultados del domingo son positivos para el devenir inmediato de nuestra economía. El castigo -moderado- infringido al actual Gobierno, y el éxito -también moderado- de la actual oposición hacen posible, aunque no seguro, un futuro cambio a corto plazo en el Gobierno de la nación.
Ahora bien, en clave económica son constatables dos elementos positivos. De una parte, hasta que se confirme, o no, el posible cambio, nuestros gobernantes no han quedado fulminantemente desacreditados, como hubiera sucedido de haber sufrido una derrota mayor. De otra, de producirse el cambio posible, éste no sería hacia lo desconocido, toda vez que sus fórmulas económicas se están revelando actualmente eficaces en el ámbito regional, como lo fueron en el pasado reciente a escala nacional. Ambas circunstancias infundirán tranquilidad a los mercados, favoreciendo la prolongación del actual tono vital positivo de la economía española.
Ignacio Ruiz-Jarabo Colomer, Ex presidente de la SEPI y presidente de PAP Tecnos y de EDG-Escuela de Negocios