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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El escenario tras las elecciones

La cita que tuvieron ayer los españoles con las urnas para elegir a los más de 8.000 alcaldes del país y la gran mayoría de los Parlamentos autónomos ha cambiado limitadamente el mapa del poder municipal y regional. La gestión de los últimos cuatro años ha satisfecho, en términos generales, a los votantes y han optado por la continuidad en la inmensa mayoría de los territorios. Han dado la reválida a quienes gestionan ya tantos recursos como el propio Gobierno estatal. Los grandes partidos dominan las comunidades que ya gobernaban, y tal como anticipaban las encuestas, sólo Baleares, Navarra y Canarias pueden experimentar cambios de gestores, a favor de las filas socialistas, que deberán concretarse en las próximas semanas.

Pero que existan pocos cambios de poder no quiere decir que no haya algunas conclusiones sobre el escenario que se abre para el poder territorial, así como para el reflejo que estas elecciones tendrán en el nacional, en el que los grandes partidos deberán reajustar sus estrategias. La relativamente baja participación de los votantes, unos cuatro puntos menos que en los comicios de hace cuatro años, con un comportamiento muy homogéneo en todo el territorio nacional con la excepción de Cataluña y País Vasco, muy abstencionistas, es el primer mensaje que los políticos deben encajar. La excesiva confrontación política entre los dos grandes partidos, que se ha reproducido en casi todas las instituciones en los últimos tres años, ha pasado factura. La participación es una de las mejores medidas del grado de compromiso y satisfacción de los ciudadanos con sus representantes, y es urgente labor de éstos recomponer la confianza general de la gente.

Los datos provisionales confirman que se mantiene el reparto de poder que hasta ahora tenían las dos grandes opciones políticas nacionales. El empate técnico en número de votos en las municipales, lo más extrapolable a elecciones generales, sólo permite asegurar que quien, cuando éstas lleguen, obtenga el respaldo mayoritario, no sumará un margen tan holgado como para gobernar. Por tanto, la capacidad de pactar con opciones nacionalistas seguirá siendo la llave del gobierno de la nación. La posibilidad de un adelanto de los comicios generales, manejada en las últimas jornadas en fuentes políticas, sólo tendría sentido en caso de que el PSOE interprete los resultados de ayer como una incomodidad que le desincentive a agotar la legislatura. En todo caso, el contenido económico de esta legislatura parece agotado y el debate presupuestario del ejercicio 2008 se convierte en un acontecimiento claramente clave para el desenlace del calendario electoral.

El partido del Gobierno, que mantiene cotas de poder regional notables, tiene, no obstante, un problema muy serio en Madrid y su comunidad. Las apuestas personales de José Luis Rodríguez Zapatero han fracasado. El mensaje de los electores es nítido: Madrid merece apuestas más consistentes, que podrían ser determinantes para conservar el poder a nivel nacional.

En cuanto al Partido Popular, no tiene menos problemas. Mantiene básicamente sus bastiones, pero sigue encontrando grandes resistencias para incrementar sus sufragios en territorios que se antojan igualmente determinantes para acceder a una mayoría suficiente en todo el país. Además, tal como ocurrió hace cuatro años, precisa de mayorías absolutas para lograr gobernar en ayuntamientos y comunidades, mientras ve la facilidad del adversario para lograrlo en territorios donde es la derecha la tendencia política más votada.

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