Aires de reforma en la vieja Europa
El reciente nombramiento de Nicolas Sarkozy como presidente de la República Francesa, la próxima salida de Tony Blair como primer ministro británico en beneficio de su ministro de Hacienda, Gordon Brown, y el intento de la canciller alemana Angela Merkel de liderar la puesta en marcha de un nuevo tratado constitucional paneuropeo antes de 2009 está cosechando en ambientes comunitarios grandes esperanzas. En Bruselas confían en que esta vez vayan en serio las tan ansiadas reformas estructurales en la vieja Europa, por las que se vienen suspirando desde la Cumbre de Lisboa del año 2000, pero de las que se han venido adoleciendo ante la falta de figuras políticas con suficiente carisma para acelerarlas como Jacques Delors o el mismísimo Jean Monnet.
Pero, ¿qué espera el Ejecutivo comunitario de dos conservadores como Sarkozy y Merkel y un liberal como Brown? Una simple mirada a los despachos de Bruselas sirve para confirmar que las ambiciones están puestas sobre dos puntos esenciales. Renovación institucional y reformas económicas. El primero de ellos es el que cosecha mayor número de optimistas empezando por el propio presidente de la Comisión, José Manuel Durao Barroso. 'Tengo una confianza absoluta en que Sarkozy... ejercerá un papel de motor en la resolución del problema institucional y en la consolidación de la Europa política' ha llegado a comentar el jefe del Ejecutivo comunitario, que comparte con Sarkozy su afiliación al PP europeo.
El optimismo parece tener su razón de ser dadas las prisas que ha tenido Sarkozy en reunirse con Merkel para abordar la cuestión europea. En su cita en Berlín del pasado miércoles, tan sólo unas horas después de que Sarkozy recibiera el testigo de mando de Chirac, ambos líderes se conjuraron para sacar a Europa de la 'parálisis actual', desenterrando si hiciera falta el eje franco-alemán del que hicieron gala cuando la UE apenas lo formaban una decena de países y era manejable. El objetivo está puesto en el Consejo Europeo del 21 y 22 de junio, que preside Alemania, y en donde Merkel está decidida a llevar algún borrador a los jefes de Gobierno de los 27 o, cuando menos, una 'hoja de ruta' con calendario definido, a desarrollar en la próxima presidencia de la UE que recae en Portugal. Ambos (Sarkozy y Merkel), junto a Brown coinciden en no partir de cero nuevamente sino diseñar un 'tratado constitucional simplificado' que no necesite de consultas populares que lo ratifiquen ni de cuestiones exteriores como la adhesión turca. Los tres también tienen claro en que la llamada sociedad del conocimiento, basada en las nuevas tecnologías es el único camino para hacer frente a la competencia de EE UU y los países emergentes. Mientras Merkel prepara la cumbre europea de junio, Sarkozy aprovechó ayer para poner en orden los asuntos internos con la designación de François Fillon, su jefe de campaña en las presidenciales, como primer ministro, en sustitución de De Villepin.
Fillon es un viejo conocido. Ministro hasta cuatro veces (la primera con Miterrand como presidente), se ha granjeado la fama de hábil reformista tras apadrinar leyes de contenido económico cuando era titular de Investigación y Enseñanza Superior (1993-95), Tecnologías de la Información y Telecomunicaciones (1995-97), Asuntos Sociales (2002-2004) y Educación (2005). De los últimos departamentos salió la reforma de las pensiones, que lleva su nombre (Ley Fillon), la flexibilización de las 35 horas de trabajo semanales creadas por la izquierda y otras normas de ámbito escolar. Se espera que la composición de su gobierno, que se hará público hoy, cuente con ministros centristas y socialistas, además de conservadores, para hacer de las reformas económicas algo consensuado.
Este consenso no parece brillar en la UE a la hora de tratar asuntos espinosos a la vez que trascendentales como la reforma de la política agrícola comunitaria (PAC). Y tampoco parece que vaya a aclararse en el futuro.
Es conocida la aversión de Brown a las subvenciones agrícolas comunitarias de las que Reino Unido apenas se beneficia y su interés porque la PAC se recorte al máximo. Frente a esta postura se encuentra el proteccionismo a flor de piel de Sarkozy puesto ya en evidencia durante su campaña electoral. Un proteccionismo que critican abiertamente altos cargos como la comisaria de Competencia, Neelie Kroes.
'Sarkozy defenderá el proteccionismo, será poco respetuoso con el Pacto de Estabilidad y querrá presionar al BCE para que debilite el euro', añade, por otro lado, Daniel Gross, director de Centre for European Policy Studies, instituto de estudios independiente.
Merkel, por su parte, abierta a la liberalización económica como Sarkozy en asuntos como las directivas de servicios y de transporte, está presa también de la PAC, consciente del peso que tiene aún en su país este sector y de que debe rendir cuentas a sus socios de gobierno, los socialdemócratas y liberales.
Mientras tanto, Brown despejó ayer su camino como sucesor de Blair, al no presentarse más candidaturas para disputarle su liderato en el Partido Laborista. Blair le entregará el testigo del laborismo en el congreso del 24 de junio. Tres días más tarde recogerá el de primer ministro británico. En suma, los vientos de reforma en la UE corren de nuevo aunque también los impedimentos políticos de siempre.