Dubai construye la torre de Babel del siglo XXI
Dicen que entre el 15% y el 25% de las grúas de la construcción de todo el mundo operan en Dubai. Más allá de la verosimilitud del dato, resulta difícil precisar si el más dinámico de los siete Emiratos Árabes Unidos (EAU) se parece más a una ciudad en obras o a una desolada por la guerra. Todo está patas arriba, los escombros abundan por todas partes, el tráfico está paralizado a todas horas y cuesta encontrar un edificio que no esté tapado por el esqueleto de un gran andamio.
Entre todo ese caos se está levantando nada menos que el edificio más alto del mundo, el Burj Tower, una propiedad del conglomerado Emaar Properties, que como casi todas las grandes empresas de Dubai pertenece al Gobierno, es decir, al Jeque Mohammed bin Rashid al Maktoum. 'A finales del próximo año inauguramos esta torre de 700 metros y más de 160 plantas', explica Greg Sang, director adjunto de proyectos de Emaar. ¿Cuántas plantas exactamente? Sang mantiene silencio absoluto al respecto porque corre el rumor de que hay otro contratista de Dubai que juega con la idea de levantar otro edificio más alto.
La torre albergará el centro comercial Dubai Mall -también el mayor del mundo-, un hotel, apartamentos y, en las plantas más altas, una zona de despachos. Las viviendas, de unos 200 metros cuadrados, están casi todas vendidas a un precio de 1,5 millones de dólares. En cuanto a los citados despachos, ocupan una planta y cada uno está valorado en 2,1 millones de dólares.
El petróleo sólo supone el 10% de la economía del emirato, que ha apostado por el turismo
La Burj Tower, en la que trabajan 5.000 obreros, tiene un presupuesto de 1.100 millones de dólares, una partida relativamente pequeña de los 20.000 millones de dólares que se han invertido en el complejo residencial y comercial de casi cinco millones de metros cuadrados que Emaar está levantando alrededor de la torre. 20.000 obreros de decenas de nacionalidades trabajan día y noche en el proyecto, uno de los más ambiciosos de Dubai.
¿Por qué tal actividad en un lugar que podría vivir cómodamente de los ingresos del petróleo? La respuesta está a diario en boca de economistas y responsables políticos: el oro negro de Dubai se acaba. A diferencia de su emirato hermano Abu Dhabi, que gracias a sus abundantes recursos de crudo no tiene que mover un dedo en los próximos cien años, en Dubai la producción y comercialización de petróleo representa menos del 10% de la actividad económica.
Hace unos años, cuando se determinó que las existencias tenían sus días contados, se tomó la decisión de invertir los ingresos procedentes de los pozos en infraestructuras. El objetivo era convertir al emirato en el centro comercial y, sobre todo, turístico de los EAU.
Hasta 1978, Dubai no disponía de una sola calle asfaltada. Hoy, en los espacios donde los contenedores de escombros abren paso al pavimento, se levantan 303 hoteles. Cifra a la que en tres años habrá que añadir otros 150 para acoger a los 15 millones de turistas que deberían llegar al emirato en 2010.
El nuevo aeropuerto, Dubai World Central, cuya inauguración en una primera fase está prevista para 2008, será -¿cómo no?- el mayor del planeta, con seis pistas y un volumen de movimiento de pasajeros estimado en 120 millones de viajeros al año.
En Dubai todo es superlativo. El parque de atracciones Dubailand nacerá con dos veces la envergadura de Disneylandia (Orlando, EE UU); la suite de hotel más cara del mundo ocupa una planta de 500 metros y cuesta 10.000 dólares por noche; las islas artificiales que se construyen frente a la ciudad cuentan con viviendas para 700.000 personas; en un espacio de 4.114 kilómetros cuadrados conviven 1,3 millones de personas de 180 nacionalidades diferentes, de las que menos del 10% son nativos. Y así, una larga serie de ejemplos.
La inversión total en nuevos proyectos en el emirato asciende a 125.000 millones de dólares, más que el PIB de muchos países de África y Latinoamérica. Todo con el fin de que la economía local (excluyendo el impacto del petróleo) mantenga un ritmo de expansión superior al 9% anual y que el mercado inmobiliario, que está creciendo entre el 20% y el 30% al año, no termine ofreciendo síntomas de burbuja.
Emblema del turismo de lujo
'Dubai está diseñada para satisfacer las exigencias del turista más exquisito', afirma la operadora de viajes Kuoni, convencida de haber encontrado un gran destino de vacaciones. La compañía, que ha sumado el emirato a su oferta de turismo de calidad (junto al Mar Rojo, Maldivas, EE UU o Escandinavia), habla de una mezcla perfecta entre tradición, representada por mezquitas y villas, y la vanguardia personalizada en rascacielos y otros símbolos de arquitectura modernista.Safaris en 4x4 por el desierto, cruceros, un paseo por las tiendas más emblemáticas del planeta, la práctica de submarinismo o el golf son otros reclamos para el visitante.El precio prohibitivo del lujo hace del emirato un lugar acotado, sólo al alcance de los bolsillos más pudientes.