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Tribuna
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El eterno problema de los precios

Por pequeño que sea, y éste les aseguro que no lo es, cualquier problema que no se ataja en sus inicios con el tiempo acaba enquistándose y después resulta mucho más difícil de solucionar. æpermil;ste es el caso que nos ocupa. Me refiero al enorme y desproporcionado diferencial que existe entre los precios en origen y los de destino y que afecta a casi todos los productos agrarios, pero se hace especialmente patente en el sector de frutas y hortalizas.

Este desfase de precios y los abusivos márgenes comerciales son un hecho contrastado y reconocido por todos, incluida la propia Comisión Europea: 'El sector se encuentra aquejado por una fuerte desorganización y atomización frente al poder abusivo y organizado de los grandes grupos de distribución', y en opinión de Asaja constituye el principal problema que aqueja al mercado agroalimentario y merece ser abordado de forma seria y rigurosa, y no como ha sido tratado hasta ahora.

Sin embargo, y pese a que desde Asaja llevamos más de 10 años denunciando estas situaciones y pidiendo medidas que frenen esta tendencia, la falta de transparencia en la configuración de los precios de los productos agrarios hace que, cada vez con más frecuencia, se produzcan graves crisis de precios en origen (las últimas en cítricos, pero con anterioridad fueron en tomate, pollo, patata, porcino...) que merman la rentabilidad de los productores pero de las que tampoco el consumidor aprecia prácticamente ninguna disminución de los precios en el punto de venta.

En conclusión, cada vez es mayor la brecha y se incrementa más la diferencia entre lo que el agricultor percibe por la venta de sus productos y lo que el consumidor paga por adquirirlos en los lineales de supermercados y grandes superficies.

La pregunta es: ¿cómo es que nadie es capaz de arbitrar algún tipo de solución para un problema que afecta tanto a productores agrarios, que son unos cuantos, como a consumidores, que somos todos? Hasta la fecha, y tras sucesivos Gobiernos de distinto color político, la única medida que se ha adoptado data del año 2000, cuando el entonces ministro de Agricultura, Jesús Posada, puso en marcha el Observatorio de Precios de los Alimentos, con el objetivo de analizar la formación de los precios de los alimentos y su evolución en los mercados y así tratar de favorecer la transparencia y la racionalidad.

Desde entonces, y por desgracia, nada se ha avanzado y más allá de observar los precios, hoy estamos igual que entonces. Daré algunos datos que reflejan lo que estoy diciendo. Por un kilo de naranjas el consumidor está pagando hoy en cualquier punto de venta un precio medio de 1,24 euros mientras que el productor percibe tan sólo 13 céntimos de euro. En el caso de un kilo de tomates el precio de venta al público ronda los 2,22 euros y en origen es de 0,9 céntimos. Lo mismo podríamos decir de las judías verdes, los pimientos, el plátano o las manzanas.

Pero la situación se agrava aún más si lo analizamos desde otro punto de vista, es decir, comparando los precios que percibía el agricultor hace 12 años y los que percibe en la actualidad. Por un kilo de naranjas, en 1994, un agricultor cobraba 27 pesetas mientras que hoy recibe el equivalente a 17 pesetas de las de entonces.

En esta situación, creo que es de justicia exigir que se acabe con tanta inoperancia y falta de respuesta y, desde el Gobierno, se arbitren soluciones implicando a cuantos ministerios sea necesario (Agricultura, Industria y Comercio y Economía). Puede que la solución no sea fácil, pero en cualquier caso debemos adoptar medidas destinadas a favorecer la libre competencia y el acceso al mercado. En este punto, me gustaría recordar que Asaja ha reiterado en numerosas ocasiones la necesidad de que se promueva una Ley de Comercio que aporte transparencia al sistema y logre establecer un equilibrio entre los precios en origen y los pagados por el consumidor.

Pedro Barato. Presidente de Asaja (Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores)

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