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A fondo

Zapatero confía a Solbes la salvación de la CNMV

El vicepresidente económico aglutina las miradas de buena parte del Gobierno y del Grupo Parlamentario Socialista, por recaer en él la solución de la crisis desatada en la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), precisamente cuando José Luis Rodríguez Zapatero se proponía lucir lo bueno de la política económica, véase el acto protagonizado el pasado día 16 por el presidente en la Bolsa, a partir de la dudosa cosecha conseguida con su proceso de paz y con el todavía inconcluso proceso de reformas territoriales. El 'caso Conthe', convertido ahora por el PP en el 'caso Arenillas' con su llamada a la puerta de la Fiscalía Anticorrupción, estalló en plena Semana Santa cuando Solbes se encontraba de vacaciones en Marruecos y medio Gobierno andaba desaparecido, con la portavocía trasladada por la vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, a Shanghai. Desde lugar tan lejano, se atrevió a hablar de Conthe y de la crisis que había generado en la CNMV, a la espera de que las aguas se serenaran y de que Solbes disciplinara a quien siempre ha sido un hombre de su confianza, tanto que a punto estuvo de auparle al Banco de España antes de que surgiera la apuesta por Miguel Ángel Fernández Ordóñez.

Quienes dentro del Gobierno y del Partido Socialista acentúan la incapacidad demostrada por Solbes para apaciguar los ánimos del ya ex presidente de la CNMV y encauzar su dimisión en términos razonables, interpretan que el vicepresidente segundo ha salido seriamente dañado de la crisis por haber apadrinado a una persona que, a la hora de la verdad, ha escapado a su control. Sin embargo, razonan diputados del área económica del Grupo Socialista, ha sido tanta la vehemencia y también la incoherencia de las explicaciones que Conthe ha ofrecido al Congreso sobre su dimisión, que su actitud ha unido como una piña a quienes, entre bambalinas, podrían estar disputándose el ejercicio de una mayor influencia en la política económica del Gobierno. Por si hubiera alguna duda, el propio Zapatero ha encomendado a Solbes la superación de la crisis, convencido de que es el más capacitado para asumir esta tarea y ayudar a salvar el prestigio de la CNMV en trance tan delicado.

Lo sucedido en el Consejo celebrado por el supervisor el pasado 2 de abril, episodio al que Conthe achaca su dimisión, demuestra que la situación no admite simplificaciones entre los supuestos partidarios de Solbes y los presuntos fieles a la Oficina Económica de Presidencia. En dicho Consejo, la propuesta avalada por Conthe de incoar un expediente sancionador a Enel y Acciona fue derrotada por mayoría, con los votos de Carlos Arenillas y de Soledad Abad, entre otros. Esta última consejera fue jefa de Gabinete de Solbes hasta el pasado mes de marzo. Esta circunstancia otorga credibilidad a uno de los argumentos de Conthe, en el sentido de que el debate interno sobre si abrir o no expediente a los italianos fue ajeno a las simpatías familiares y estuvo presidido por argumentos jurídicos de peso 'muy documentados'. Baste recordar también la lealtad con la que el vicepresidente económico está respondiendo a la ofensiva desatada por algunos medios contra la honestidad del vicepresidente de la CNMV, dato que invita también a huir de lo aparente, sobre todo si se tiene en cuenta que el propio Conthe ha calificado de 'impecable' el trato recibido durante su mandato tanto de Pedro Solbes como de su segundo en el Ministerio, David Vegara, de procedencias bien distintas.

La actitud de Conthe ha unido a quienes podrían estar disputándose una mayor influencia en la política económica

El nombre que Solbes trasladará mañana al Consejo de Ministros para formalizar el relevo de Conthe al frente de la CNMV, bien sea el de Julio Segura, el de Joaquín de Fuentes o el de Soledad Abad, los más probables en las quinielas, dará lugar a múltiples interpretaciones. Lo que sí es seguro es que, con independencia del elegido, el PP ha puesto en su punto de mira al organismo supervisor porque está convencido de que las sospechas sembradas el martes por Conthe pueden darle recorrido, sobre todo si Carlos Arenillas decide mantenerse como vicepresidente de la Comisión. En fuentes gubernamentales se admite que el testamento de Conthe es un regalo divino para el primer partido de la oposición, cuyas posibilidades para sacarle rendimiento son inversamente proporcionales a la credibilidad que ha ido quemando a lo largo de la legislatura. Otro tanto cabría decir sobre su capacidad para explotar a fondo cuanto acontece en la Comisión Nacional de la Energía, otro de los reguladores perjudicado en su prestigio por la larga secuencia de las opas sobre Endesa.

Lo único que Conthe ha depositado en el Congreso negro sobre blanco antes de que Miguel Sebastián le haya invitado a enrolarse en el PP, son los deberes de la CNMV en la convulsa etapa que se avecina. El itinerario parece el correcto si se valoran los proyectos que tenía para mantener el atractivo del mercado español ante las nuevas empresas y emisores, para la adaptación de los intermediarios financieros a las distintas directivas europeas y para culminar las iniciativas contra los abusos de mercado. Objetivos todos ellos loables que deberían ser encarados por una CNMV fuera de toda sospecha.

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