Los tiburones de la City se mudan a Notting Hill
Nuevos vecinos con nuevos modos de vida. La llegada de jóvenes financieros al distrito ha cambiado la faz de este barrio londinense
Los vecinos de siempre del lujoso barrio londinense de Notting Hill se atrincheran ante otra invasión de nuevos ricos. El motivo es el rumor, aparentemente bien fundado, de que Richard Curtis está preparando la segunda parte de su película Notting Hill. Curtis fue el promotor de la película protagonizada por Hugh Grant y Julia Roberts, que convirtió a Notting Hill en el lugar de moda de la capital británica.
Desde los primeros momentos del rodaje, Curtis reconoció que su obra probablemente tendría un impacto negativo en el carácter del barrio. 'Sé que esta película va a hacer mucho daño a Notting Hill', afirmó Curtis hace ocho años. Sin embargo, estos remordimientos de conciencia no impidieron que tras el exitazo obtenido por su obra, pusiese a la venta la famosa puerta azul de su casa que sirvió de plató para el rodaje. La puerta salió a subasta por 5.000 libras, unos 7.250 euros.
Este afán de dinero es el pan nuestro de cada día para la ola de recién llegados al barrio, en su mayoría jóvenes banqueros de la City que buscan en Notting Hill el W.11, es decir, un código postal más prestigioso que los de sus lugares de procedencia, que generalmente suelen ser Chelsea o South Kensington. También les atrae la oportunidad de vivir codo a codo con celebrities como Madonna, la modelo Naomi Campbell o el cantante Robbie Williams, que en los últimos años han comprado casas en el barrio.
Este último batió el récord del mercado inmobiliario hasta el momento, al pagar seis millones de libras (8,7 millones de euros) por un caserón en Clarendon Road, cerca del célebre bar de Julie's. Williams instaló a su madre en una casa a unos 200 metros, que le costó 2,9 millones de euros.
Los nuevos vecinos traen consigo nuevos modos de vida. Los habitantes de Blenheim Crescent, la calle de la librería de la película, han asistido con resignación al aterrizaje de un gerifalte de Goldman Sachs, quien nada más llegar se puso a excavar una piscina subterránea debajo de su casa. El fenómeno ha sido bautizado con cierta sorna por los vecinos de la zona como el aplanamiento del perfil social del barrio.
Hasta hace no mucho la vida de Notting Hill ofrecía una convivencia feliz entre profesionales de los medios de comunicación, la alta burguesía y las jóvenes estrellas del Partido Conservador, concretamente el líder de la oposición David Cameron y su camarilla, sin olvidar a los rastafaris de trenzas largas que ocupan las viviendas sociales. Hoy el traje a raya y el 4x4 están a la orden del día.
Lo irónico de esta transformación es que hace 40 años la gente huía de Notting Hill, un barrio de violencia callejera y casas cochambrosas. Los ancianos del barrio recuerdan todavía los alborotos de 1958 entre negros y blancos, cuando en las noches del verano los vecinos lanzaban cócteles Molotov desde sus ventanas, tanto a la policía como a los de la banda enemiga. Esto dio lugar al lanzamiento del Carnaval de Notting Hill, que en el último fin de semana de agosto atrae a más de un millón de visitantes y que surgió del intento de promover un ambiente de convivencia entre negros y blancos.
Como resultado de la puja al alza de la vivienda por la afluencia de los nuevos vecinos, el precio medio de una casa de tres dormitorios oscila entre los tres y los seis millones de euros, como atestiguan los anuncios de las inmobiliarias que han florecido como hongos en el barrio.
Adiós a las tiendas de toda la vida
La desaparición de las tiendas tradicionales representa otra faceta de la transformación de Notting Hill. La gasolinera del barrio se ha convertido en una sucursal de la cadena de moda Joseph. La juguetería que durante medio siglo ocupaba la esquina de enfrente se ha convertido en un café de lujo, lugar de reunión de las esposas de los banqueros.No son todo malas noticias. Gracias a la película Notting Hill la librería The Travel Bookshop, la tienda más fotografiada del país, prospera como nunca. Cualquier sábado ingresa de media 2.000 euros en venta de libros. 'El gran atractivo de Notting Hill está vinculado a su pasado bohemio', afirma Sarah Anderson, su fundadora. 'Este fenómeno arranca en los años sesenta y setenta, cuando escritores como P. D. James y Martin Amis se afincaron aquí. Pero no cabe duda de que fue la película lo que lanzó a Notting Hill al escenario mundial, para bien o mal'.