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Columna
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Una de elecciones

Marchando una de elecciones. Oído cocina. Esa es la situación con las urnas municipales y autonómicas a la vuelta del domingo 27 de mayo, si hubiéramos de definirla conforme a la jerga de los bares madrileños donde se recibe al que llega preguntándole eso de ¿qué hay, artista? Estamos de lleno en la campaña aunque su inicio oficial esté marcado para el 12 de mayo con la anacrónica pegada de carteles a las cero horas y las declaraciones de los que ocupan la cabeza de los carteles.

Nuestros políticos andan de inauguraciones precipitadas. Salen por la mañana de casa con las tijeras de cortar cintas, lo mismo les da que sean túneles para desplazar unos metros el atasco de tráfico, que hospitales todavía sin dotar de equipamientos y plantilla de médicos, que parques apenas allanados con plantas todavía sin arraigo, que bibliotecas con los anaqueles vacíos, que casas de la cultura sin programación ni coordinadores. Todo debe quedar inaugurado con gran aparato mediático de forma que quede constancia pública.

Alcaldes y presidentes de comunidades autónomas con sus respectivos acompañamientos de concejales y consejeros de Gobierno viven la inminencia de la convocatoria. Van a ser pasados por las urnas. Se juegan la continuidad o el acceso al poder para los próximos cuatro años. Llegados a este punto debemos examinar de qué se componen las listas de candidatos y quiénes las confeccionan. La participación de la militancia local de los partidos tiene una influencia relativa. De aquellas invocaciones a las primarias no queda rastro alguno. Han vuelto a ser las ejecutivas provinciales o autonómicas las que deciden. Se vota local pero se decide global quiénes van a ser los candidatos que se van a embanderar con los colores propios.

Durante estos cuatro años contados desde los anteriores comicios han menudeado los escándalos de corrupción, más o menos aireados en los medios de comunicación y entregados en su caso a la tramitación de los tribunales. Los partidos ahora contendientes se han echado a la cara a los corruptos del adversario y, salvo excepciones, han tratado de pasar sobre ascuas cuando las anomalías eran detectadas en sus propias filas. Parecía llegado el momento de limpiar fondos, de depurar las propias listas. Pero en el conflicto entre el rigor de la transparencia democrática y el cálculo de la eficacia electoral tiznada de compromisos con los nuestros por muy sinvergüenzas que sean se diría que ha ganado por goleada la segunda opción.

Ningún partido ha presentado como un aval la nómina de los descartes efectuados en aras de criterios de honradez en el manejo de los fondos públicos. Se ha preferido hacer la vista gorda para que prosiga aquel lema aplicado por José Antonio Girón de Velasco de 'urbaniza que algo queda'. Otros candidatos llegan a las listas en virtud de su mera afinidad con el partido que les propone sin atender a otros méritos ni capacidades para el servicio que han de prestar a los ciudadanos. Pero tampoco los medios de comunicación se esfuerzan en poner la lupa sobre estas nóminas que se dan por buenas sin análisis alguno. Sólo cuando se han producido conflictos internos en su elaboración el público de a pie ha podido enterarse de algo. Ese ha sido el caso en Valencia, con la bronca entre los de Francisco Camps, actual presidente de la comunidad, y su antecesor incesante, Eduardo Zaplana. Lo que sorprende es que en medio del conflicto vaya a quedar indemne el presidente de la Diputación de Castellón, Carlos Fabra.

La segunda cuestión a examinar después de los candidatos son los programas electorales. Enseguida se presentarán oficialmente pero ya se conocen anticipaciones significativas, como la del candidato socialista a la presidencia del Gobierno de Canarias, Juan Fernando López Aguilar, que resulta ser un calco del que hicieron los Ciutadans de Catalunya. Su descubrimiento ha desencadenado el cese de un tal Romero Pi que hacía de negro, pero parece insuficiente el recurso de cargar toda la responsabilidad sobre el guarda agujas. Por el momento, se recomienda repasar las viñetas de Chumy Chúmez en la antología que recoge su colaboración en el clausurado diario Madrid bajo el título De su propia cosecha, en especial las del capítulo Desde el estrado. Nos sitúan ante el escenario de la campaña. Atentos.

Miguel Ángel Aguilar. Periodista

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