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Textil

Ferrys presenta la liquidación y pone fin a una crisis de trece años

El administrador único de Ferrys, José Luis Pons, presentó ayer ante el juzgado la propuesta de liquidación de la compañía textil, poniendo fin a una crisis que ha durado trece años. Aunque aún queda una remota posibilidad de evitar el cierre definitivo vendiendo los terrenos sobre los que se asienta la empresa, pocos confiaban ayer en esta solución.

De hecho, el sentir general era prácticamente unánime. Los empleados de la compañía, unos 300, no han cobrado desde hace dos meses y, tras más de una década de incertidumbres, parecen dispuestos a aceptar la imposibilidad de continuar en el mercado.

La crisis de Ferrys se remonta a 1995. La entrada en el capital de la firma francesa Devanlay acabó provocando una serie de problemas entre la familia fundadora y la empresa acabó en suspensión de pagos.

Desde entonces, la empresa sólo ha ido de mal en peor. Hasta cuatro expedientes de regulación de empleo, que adelgazaron la plantilla de 1.700 empleados a los 300 actuales, millones de subvenciones de organismos públicos para intentar superar la crisis o la entrada y salida de un nuevo accionista. Nada fue suficiente, ni la quita de más del 60% del pasivo en el último proceso concursal, aprobado hace menos de un año. La compañía no ha podido soportar la competencia exterior del sector textil.

Una marca perdida

Ferrys logró en sus mejores momentos ser una empresa de prestigio en el segmento de la ropa interior. Creó varias marcas reconocidas en el mercado. Sin embargo, la crisis societaria acabó arrastrando al negocio. Actualmente, el prestigio que tuvo Ferrys como marca de géneros de punto se ha perdido.

El principal activo de la compañía ahora es el suelo sobre el que se asienta la factoría en Canals (Valencia). La recalificación urgente por parte del Ayuntamiento de esta zona de industrial a urbano podría suponer una inyección económica de última hora, ya que hay un posible comprador.

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