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Columna
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I+D: cifras e intangibles

Que la política científica y de investigación resulta estratégica para el desarrollo de un país es una convicción compartida con generalidad. Así lo entendieron los responsables de la UE cuando entre las estrategias adoptadas en el año 2000 en la Cumbre de Lisboa incluyeron la correspondiente a la política científica y tecnológica. En esa dirección se fijó como objetivo lograr que en 2010, en el conjunto de la Unión, el gasto en investigación y desarrollo (I+D) alcance el 3% del producto interior bruto. En el aspecto estudiado, la situación de España refleja una debilidad relativa frente a su entorno, pues a mitad de camino (2005) su porcentaje de PIB destinado a I+D superaba escasamente el 1%, mientras la media europea era el 1,9% y todos los países europeos más dinámicos superaban ampliamente el 2%.

Ahora bien, si en este campo resultan fundamentales los datos económicos, también son importantes los aspectos cualitativos, pues éstos pueden aumentar o disminuir la eficacia proporcionada por los recursos empleados. Lamentablemente en España la política técnico-científica ha ofrecido más sombras que luces, habiendo desaprovechado frecuentemente como país a nuestros mejores talentos. El reciente fallecimiento de José Luis Sánchez-Crespo ofrece la oportunidad de reflexionar al respecto.

Sánchez-Crespo ha sido una de las cabezas más brillantes que ha tenido España en la ciencia estadística. Su muerte ha privado a nuestra comunidad científica del principal artífice del desarrollo en nuestro país de la teoría y las técnicas del muestreo estadístico, disciplina en la que destacó a nivel internacional. Así lo atestiguan su presencia destacada en numerosos congresos y reuniones internacionales, su puesto directivo en el International Statistics Institute (ISI), del que presidió varios comités científicos, y su condición de miembro de la International Association of Survey Statisticians (IASS), de la que llegó a ser vicepresidente en el periodo 1983-1985.

Desde sus primeros pasos profesionales en el Instituto Nacional de Estadística (INE), Sánchez-Crespo contribuyó activamente al desarrollo científico de la estadística. Cuando se creó la revista Estadística Española (1958) fue su primer redactor jefe, participando de modo relevante en el despegue y en la consolidación de esta prestigiosa publicación. Sin embargo, el escaso apoyo a la investigación que caracterizó en su miopía posbélica al primer franquismo indujo a Sánchez-Crespo a iniciar una fructífera etapa profesional en la Organización Mundial de la Salud. La experiencia adquirida tanto en su trabajo en la sede central de Ginebra como al frente de diversos programas de encuestas sanitarias en América Latina y África le convirtió en una autoridad en el diseño y control de encuestas sobre la población. Con este bagaje, de regreso a España, ya en su segunda etapa en el INE, fue el máximo responsable de poner en marcha y/o perfeccionar la práctica totalidad de las encuestas importantes que ha realizado dicha institución en los últimos 40 años.

La capacidad intelectual de Sánchez-Crespo ha quedado reflejada en los numerosos artículos aparecidos en las publicaciones internacionales más acreditadas y en la docena de libros en los que ha contribuido al avance y a la divulgación de la ciencia estadística. Su faceta investigadora alcanzó el cenit con el descubrimiento de un estimador de la varianza: el estimador Sánchez.Crespo, aplicable al modelo de encuesta con respuestas aleatorizadas y probabilidades desiguales, estimador que fue presentado y aceptado por la comunidad científica en la XLI Sesión del International Statistics Institute celebrada en 1977.

Todos los países más desarrollados han entendido la conveniencia de preservar el trabajo de las instituciones de carácter técnico de los vaivenes del ciclo electoral como medio de garantizar la continuidad e independencia de sus trabajos. Un caso paradigmático se encuentra en la vecina Francia, en la que el profesor Edmond Malinvaud -prestigioso económetra- estuvo al frente de la organización estadística francesa durante varias décadas, con De Gaulle, Pompidou, Giscard y… Mitterrand. Sin embargo, en España, la ceguera y el sectarismo político han ido en la dirección contraria. Así, recién constituido el primer Gobierno de Felipe González, el equipo de Miguel Boyer consideró que la ausencia de pedigrí socialista era incompatible con la dirección de instituciones de contenido técnico y finalizó bruscamente con la aportación de Sánchez-Crespo a las estadísticas oficiales.

Sánchez-Crespo intensificó entonces su dedicación a la docencia -otra de sus vocaciones-, que ejercía desde su condición de catedrático en la Universidad Autónoma de Madrid. Poco después fue víctima del atropello administrativo que supuso la injusta, injustificada e injustificable jubilación anticipada decretada por el también ministro socialista José María Maravall, por la que a toda una generación española de catedráticos de universidad les fueron expropiados sus últimos años de dedicación a la docencia. La medida tuvo como único objetivo y única consecuencia que otra generación de profesores universitarios -la del propio ministro- adelantara su acceso a las cátedras.

Si la sociedad española fuera capaz de aprender las lecciones del pasado, debería ser capaz de impedir que en el presente nuestros políticos siguieran cercenando con sus decisiones partidistas sus posibilidades de futuro.

Ignacio Ruiz-Jarabo Colomer. Ex presidente de la SEPI, consejero de Copisa y presidente de EDG-Escuela de Negocios

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