ACS llega a la junta de Hochtief sin consejeros
ACS, recién convertida en accionista de control de la constructora alemana Hochtief, no llega a tiempo para designar consejeros en la próxima junta de su participada. El plazo ajustado que hay antes de la junta de accionistas que se celebra el próximo día 9 impide este nombramiento en esa asamblea, explican fuentes de la constructora española.
Al contrario que su rival Sacyr con la participada Eiffage, la cúpula de ACS mantiene hasta el momento unas relaciones cordiales con el equipo de gestión de Hochtief y los consejeros. Podrá nombrar tres vocales, en principio los que tenía la familia Von Finck, el anterior accionista de referencia al que ACS compró su 25,08%. Aunque la primera constructora española aún no ha difundido oficialmente quiénes serán sus vocales, el presidente, Florentino Pérez, se sentará en el órgano de administración de esta compañía con la que, hasta el mes pasado, ACS sólo compartía varias autopistas en Chile. Ángel García Altozano, director general corporativo del grupo y mano derecha del presidente también puede ser nombrado vocal.
La empresa que controlan los banqueros March, Alberto Cortina, Alberto Alcocer y Florentino Pérez quiere explorar nuevos territorios de negocio de la mano de Hochtief, con fuerte presencia en EE UU y en Asia-Pacífico. La empresa germana es la primera constructora del mundo por tamaño. Una de las filiales que quiere potenciar es la más rentable, Leighton, que opera el mercado asiático.
Plusvalías y otro aeropuerto
La entrada de ACS en Hochtief se salda menos de un mes después con plusvalías. El pasado 21 de marzo acordó la compra del 25,08% a 72 euros la acción y la última cotización se sitúa en 78,76 euros. Esto representa unas ganancias latentes de 119 millones para la empresa española. En las últimas semanas el mercado alemán ha especulado con una eventual oferta de ACS sobre su participada que ha impulsado la cotización de la germana.
Hochtief acaba de reforzarse en aeropuertos tras recibir la autorización del Gobierno húngaro para comprar el aeródromo de Budapest a BAA, filial de Ferrovial, por unos 1.800 millones.