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Secretos de despacho

Materia prima en Confemadera

Es un señor elegante, aficionado a la ópera y al teatro. El despacho que Francesc de Paula Pons, nacido en Alaquas (Valencia) hace 55 años, un pueblo donde había más de 300 talleres artesanales de madera, ocupa en Madrid como secretario general de Confemadera, la patronal del sector de la madera que aglutina 21.000 millones de euros en facturación, 40.000 empresas y 240.000 trabajadores, es un espacio que él califica de modesto, pero que supone un homenaje a la principal materia prima con el que trabaja su agrupación.

Le gusta rodearse, tocar y oler la madera, incluida la del suelo y unos paneles que adornan la pared en rechapado de bambú, ébano y teca. Porque el objetivo de Confemadera, según explica, es el de mejorar la profesionalización y competitividad del sector. En este sentido, una de las iniciativas de las que se siente más orgulloso es de las políticas de responsabilidad social corporativa implantadas a nivel sectorial.

A lo largo de la entrevista transmite mucha tranquilidad, aunque reconoce que muchas veces es muy difícil de conseguir trabajar en un ambiente sosegado dada la intensa actividad que genera el sector. Ente sus planes, además de conseguir que Confemadera sea un referente en cuanto al asociacionismo de pequeñas y medianas empresas, está la expansión internacional como colectivo. Asegura que su intención es promover el uso de la madera entre los ciudadanos, y encontrar el consenso entre sindicatos, empresarios y subsectores, de manera con el fin de que el sector tenga un marco regulatorio laboral estable.

'Se necesita mano de obra cualificada. A los jóvenes, el sector de la madera no les atrae en un primer momento'

'En estos momentos, los países mediterráneos sufrimos la competencia de otros países del sudeste asiático y de la Europa del Este, y aunque España tiene mucha madera, sobre todo pino y eucalipto en el Norte, tenemos nuevos competidores. Por ello, tenemos que ser cada vez más innovadores y creativos', señala este ejecutivo, que asegura que el sector sufre además otro problema, el de la falta de mano de obra cualificada. 'A los jóvenes es un sector que no les atrae en un primer momento. Nuestro reto es conseguir que los jóvenes opten a estudiar ciclos formativos en la rama de la madera', afirma Pons.

El sector emplea, en estos momentos, a más de 250.000 empleados, y en cuanto a la formación de los empresarios dice que es necesario que tengan una mayor visión global de las compañías. 'No se cerrarán empresas debido a la competencia china, se cerrarán porque no hayan sabido adaptarse a las necesidades del mercado, a las diferentes formas de vivir de los consumidores'. En este sentido, señala que Ikea ha supuesto una gran revolución para los hogares y la distribución. 'Y es en la distribución comercial del sector donde hay mucho trabajo por realizar'.

Desde hace 11 años está vinculado a esta agrupación, y asegura que si algo ha aportado ha sido unidad. 'Sobre todo diálogo entre todas las partes. Soy una persona de consenso'.

Francesc de Paula Pons ha dedicado toda su vida profesional a la formación y a la política, donde ha participado en programas europeos con la Generalitat Valenciana. Confemadera tiene también despacho abierto en Bruselas y asegura que el hecho de trabajar en Madrid, donde pasa cinco días a la semana, y viajar a Valencia durante los fines de semana, le ha dado mundo y le ha hecho perder el miedo a las grandes ciudades.

Suele llegar a trabajar alrededor de las ocho de la mañana, pero antes ya ha pasado por el gimnasio, donde el suelo es de madera, una obsesión que invade prácticamente toda su vida. Procura alojarse en hoteles y acudir a restaurantes cuyos suelos son de madera. Advierte que se trata del mejor pavimento: se puede reciclar, mejora la salud porque absorbe la humedad. Asegura que el maderero nunca quemará el bosque. 'Lo que hay que garantizar es dónde se corta la madera, que los cortes estén controlados, y comprar madera con un certificado que garantice el origen'.

Una intensa vida cultural en Madrid

En su despacho hay todo un popurrí de maderas, de haya, ébano, bambú o teca. No lo puede evitar, como tampoco el hecho de que todas las reuniones que celebra tiene que ser sobre suelo de madera. Aunque en su despacho hay una excepción: tiene una alfombra que le regaló un empresario de Crevillente. El espacio en el que trabaja asegura que es una pequeña concentración de objetos, en su mayoría regalos y recuerdos de su trayectoria profesional. Si tiene que destacar algún objeto especial, al que le tiene gran cariño, elige un tornero realizado en madera de roble, que fue encontrado en un río.Confiesa que es poco ordenado, a pesar de que todo está en orden, aunque su caos tiene más que ver con el tiempo. Su mujer es concejal en Valencia, y ambos intensifican su jornada laboral de lunes a jueves para poder pasar el fin de semana juntos. Aprovecha los viajes en avión para leer o para preparar alguna reunión. No pierde el tiempo.Durante la semana, y como no puede hacer vida familiar, suele acudir al teatro o a la ópera. 'He descubierto en Madrid una gran actividad cultural y nuevas experiencias personales, como vivir solo'.El proceso, según reconoce, no ha sido fácil. 'Para un valenciano parlante como yo vivir en una ciudad diferente a la mía ha sido difícil'.

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