La reforma de la política agraria de EE UU
La política agraria de EE UU se ha convertido en uno de los principales escollos para avanzar en el proceso liberalizador del comercio mundial. El autor examina los nuevos elementos surgidos en la política y la economía americanas así como en la escena internacional que indican que las cosas están cambiando en ese país
Las políticas agrarias proteccionistas de la UE y de EE UU han sido los principales obstáculos a los que se ha enfrentado el proceso de liberalización del comercio agrario internacional, iniciado por la Ronda de Uruguay. No es por casualidad que la reforma de la Política Agrícola Común (PAC) de 1992, que cambió la garantía de precios por ayudas directas, fuese la llave que abrió la puerta del acuerdo agrícola suscrito en Marraquech en 1993. La reciente reforma de la PAC de 2003, y en especial la desconexión productiva de las ayudas directas, tenía como uno de sus objetivos facilitar el acuerdo en las negociaciones agrícolas de la Ronda de Doha, pues las ayudas desconectadas pueden clasificarse como caja verde y, por tanto, no estar sujetas a compromisos de reducción.
EE UU procedió a reformar su política agraria en 2002, pero curiosamente lo hizo en sentido contrario a la liberalización, pues entre otras cosas introdujo ayudas agrarias, como las ayudas anticíclicas, que no se pueden clasificar como caja verde y que, por tanto, deben someterse a compromisos de reducción. Por ello, la actual política agraria de EE UU se ha convertido en uno de los principales escollos para avanzar en las negociaciones agrarias de la Ronda de Doha. La buena noticia es que la Farm Bill de 2002 expira este año, y que, por tanto, se abre la posibilidad de reformar la política agraria de EE UU. Pero, la pregunta clave que intentaremos responder en este artículo es la siguiente: ¿cabe esperar en las actuales circunstancias políticas y económicas, nacionales e internacionales, una reforma liberalizadora de la política agraria americana que ayude a desbloquear la Ronda de Doha?
Hay elementos nuevos en la escena política y económica americana que permiten pensar que las cosas están cambiando en EE UU, y que los grupos de presión agrarios que hasta la fecha habían conseguido defender una política agraria fuertemente proteccionista lo van a tener más difícil en esta ocasión. Entre los principales elementos nacionales cabe destacar: la nueva mayoría demócrata en el Congreso; la necesidad de reducir el gran déficit público; la sensibilización de la opinión pública americana contra una política agraria que favorece sobre todo a los grandes agricultores de los Estados del centro y del sur, que por cierto son de mayoría republicana, y el incremento de los precios del maíz como consecuencia del aumento de la producción de etanol a partir de ese cultivo.
De los elementos citados, los principales son la sensibilización de la opinión pública en contra de la política agraria y la expansión de la producción de etanol, ya que suponen un nuevo escenario político y económico nacional favorable a una política agraria menos proteccionista. Por ejemplo, las propias organizaciones de productores de maíz, ante los elevados precios del cultivo derivados del incremento de la producción nacional de maíz que se destina a la producción de etanol, han propuesto sustituir las actuales ayudas al cultivo, que son contrarias a las normas de la OMC (Organización Mundial de Comercio), por ayudas a primas de seguros de ingresos del cultivo, que en determinadas condiciones son compatibles con las reglas de la OMC.
En cuanto a los nuevos elementos de la escena internacional, dos son los que destacan. El primero de ellos es la expansión del comercio agrario, como consecuencia del fuerte crecimiento de las economías de los países emergentes, especialmente en el eje Asia-Pacífico. EE UU ha aprovechado el aumento de la demanda de esos países para incrementar sus exportaciones agrarias, lo que a su vez ha alimentado la tendencia alcista de los precios, escenario que permite relajar el proteccionismo agrario de EE UU, e incluso ser menos exigente con el desarme arancelario de los países en desarrollo, ya que su actual nivel de protección arancelaria no ha sido obstáculo para el aumento en los últimos años de las exportaciones agrarias americanas.
En segundo lugar, Brasil ha ganado recientemente una demanda a la OMC sobre el programa americano de ayudas al algodón. El argumento es que dicho programa ha promovido la expansión de la producción de algodón, que no se hubiera producido sin ayudas, y que el excedente de producción de algodón se exportó gracias a una serie de ayudas, provocando la baja de las cotizaciones internacionales del algodón, lo que perjudicó a países en desarrollo, Brasil entre otros. Dado que el tipo de programa y ayudas que se aplican en el algodón son similares a las aplicadas a cultivos como arroz, trigo, azúcar, maíz y soja, si no se cambian los mecanismos de protección de la política agraria de EE UU, ese país podría recibir una avalancha de denuncias ante la OMC, con grandes posibilidades de éxito para los países denunciantes.
La posibilidad de que se produzcan numerosas denuncias ante la OMC sobre las ayudas agrarias de EE UU es un argumento de peso para que el Senado y Congreso americanos piensen seriamente en reformar la política agraria del país. La nueva mayoría demócrata de las dos Cámaras aumenta la probabilidad de que eso ocurra, aunque nunca se sabe en qué puede acabar la acción combinada de lobbies y políticos.
José María Sumpsi. Catedrático de Economía y Política Agraria de la Universidad Politécnica de Madrid