Por aquí no se pasa
Alejandro Pociña recuerda la gesta de Leónidas hace más de 2.500 años en el Paso de las Termópilas y la traslada al mundo de la empresa. La ética y el compromiso personal son imprescindibles para alcanzar el éxito
La novela La tumba de Leónidas, la recordada película El león de Esparta (1962) y una nueva superproducción de Hollywood que se estrenará próximamente con el nombre de 300 nos recuerdan la gesta de Leónidas hace más de 2.500 años en el Paso de las Termópilas. Cuando las huestes persas amenazaban Grecia y la civilización occidental, el rey espartano Leónidas decidió hacer lo que estuviera en su mano para frenar al enemigo ante la incapacidad de las polis griegas para ponerse de acuerdo en la formación de un Ejército defensor. Contaba con 7.000 hoplitas, encabezados por 300 espartanos, frente a los más de 300.000 persas del emperador Jerjes, amo del mundo, incluida su guardia personal formada por los 10.000 Inmortales. Ambos Ejércitos se enfrentaron en el angosto Paso de las Termópilas, en donde el Ejército espartano cerró el paso a los persas.
Al comienzo de la batalla, Jerjes exigió a los griegos que dejaran el paso libre y entregaran las armas, a lo que Leónidas le contestó 'Por aquí no se pasa, y si quieres las armas, ven a tomarlas'. Cuando, indignado por esta respuesta, Jerjes amenazó que las flechas persas cubrirían el sol, Leónidas le respondió: 'Mejor, así combatiremos a la sombra'.
Después de dos días de dura resistencia y tras la traición de un griego que abrió la retaguardia al enemigo, Leónidas reunió un consejo de guerra donde ofreció a los griegos regresar por mar a Atenas o permanecer en las Termópilas hasta el final. Sólo los 300 soldados de la guardia de Leónidas, los tespieos y los de Tebas se quedaron.
La suerte estaba echada. Al comienzo del tercer día Leónidas animó a sus hombres a que tomaran un buen desayuno porque esa noche cenarían en el infierno (Hades). Fue tal el ímpetu con que lucharon los espartanos que a Jerjes no le quedó más remedio que abatirlos a flechazos desde lejos. Leónidas fue alcanzado por una flecha y los últimos espartanos murieron intentando recuperar su cuerpo para que no cayera en manos de los persas. Los días de resistencia de Leónidas y sus hombres frenaron en seco el avance del Ejército persa, ocasionaron la pérdida de miles de soldados y diezmaron la moral de Jerjes y su Ejército. Este retraso fue providencial, ya que consiguió que las polis griegas se organizaran y prepararan un Ejército que finalmente derrotaría a Jerjes en Salamina.
La hazaña de los espartanos en las Termópilas es considerada como uno de los mejores ejemplos de éxito del compromiso ante una tarea aparentemente imposible, en la cual unos pocos valientes se opusieron la maquinaria de guerra más poderosa conocida y dieron sus vidas luchando por su honor y su libertad. En estos tiempos del todo vale, en los que para algunos cabe negociar todo porque el fin justifica los medios, en los que se admiten atajos para conseguir los resultados buscados y proliferan los casos de corrupción y fraude, la figura de Leónidas diciendo a los persas: 'Por aquí no se pasa (mientras yo esté aquí)', es una lección de ética y compromiso que merece ser muy tenida en cuenta por líderes y directivos.
La principal dificultad para el desarrollo de grandes empresas no suele ser la escasez de medios, sino la escasez de voluntades. El compromiso es un bien escaso en los tiempos que corren. No nace por generación espontánea, el líder debe ser capaz de originar ese compromiso entre sus colaboradores y, lo que es más importante, mantenerlo. Al igual que Leónidas con sus espartanos, el líder debe transmitir claramente a todos cuál es la misión, la visión, los objetivos y los valores de la empresa.
Cada empleado debe saber claramente en qué puesto de la empresa está y cómo contribuye a su éxito; en definitiva, cómo su trabajo aporta valor. Para que el compromiso pueda mantenerse ha de ser bidireccional; es decir, la empresa y el directivo también han de estar comprometidos con los empleados. Será muy difícil encontrar a un directivo que piense de sí mismo que no está comprometido con sus colaboradores. Sin embargo, basta con un simple vistazo a algo tan evidente como los espacios de trabajo en los que se pretende que los empleados desarrollen su trabajo comprometidamente, para constatar que no es así. El ambiente de trabajo alegre y optimista es casi siempre una de las mejores formas de incentivar y motivar a todos.
Sin duda es fundamental poder ilusionar y alinear a las personas para empujar todos en el mismo sentido. Las personas motivadas y comprometidas serán aquellas que estarán a nuestro lado cuando haya que pelear; las personas desalentadas son los candidatos a huir ante las batallas. El desarrollo y crecimiento a largo plazo de las compañías no suele venir de sutilezas ingeniosas, sino de caracteres austeros y firmes, que cumplen compromisos con los demás. El empresario o directivo íntegro, comprometido y capaz de arrastrar es hoy más que nunca un valor apreciable para las empresas, porque los principios y la ética siempre acaban triunfando, como los griegos al final en Salamina.
En los tiempos que corren, el compromiso, la firmeza y los principios de Leónidas deben ser un ejemplo de convicción así como de honestidad personal y profesional para todos.
Alejandro Pociña. Presidente de AF Steelcase