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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La opa en su laberinto

Las últimas horas han servido para añadir más dosis de complicación a la ya de por sí enmarañada puja por la primera eléctrica española. Superado el año y medio desde que Gas Natural lanzó la primera oferta, en la historia empresarial española se han dado pocos casos tan largos de disputa por una empresa cotizada, pero no ha habido ninguno como este, en el que se hayan enredado tanto los intereses políticos y la economía, las guerras de poder personal y las presiones a quienes procuran un análisis objetivo del proceso. A pesar de ello, con toda seguridad se equivoca quien no espere nuevos capítulos.

Eon aprovechó ayer el permiso de la CNMV para subir el precio de su oferta, y lo hizo (por cuarta vez, desde los 27,5 euros iniciales) a 40 euros. A la vez, se ha asegurado los derechos económicos del paquete del 9,9% de Caja Madrid -que no irá a la opa- tras un acuerdo cuya fuerza real está en contar con el voto de sus derechos políticos. Y al tiempo ha desatado la anunciada batalla legal contra Acciona y Enel, tanto ante la CNMV como en los tribunales de EE UU. Eon sigue así la estrategia de judicialización, en la que desde el principio se basó el presidente de Endesa, Manuel Pizarro, para afrontar la ya frustrada opa de Gas Natural.

Acciona y Enel, por su parte, hicieron público ayer el acuerdo, adelantado el sábado por Cinco Días, para la gestión compartida de Endesa en caso de que la opa de Eon no tenga éxito y no llegue al 50%, lo que se antoja difícil a pesar del acuerdo con Caja Madrid, ya que el grupo italo-español junto controla el 46% de Endesa. Este acuerdo se sustanciaría en una opa -a lanzar en seis meses si no cambia su doctrina la CNMV- a, como mínimo, 41 euros más intereses. Pendientes del criterio que dé la CNMV sobre este pacto, conviene recordar dos cosas: que este entramado se produce cuando se está modificando en España, con notable retraso para adaptarla a la europea, la legislación sobre opas y, por otro lado, que el pacto abre la puerta al reparto de Endesa si en tres años surgieran 'discrepancias irreconciliables' entre los nuevos socios.

De todo este embrollo, lo que resulta más seguro es que el laberinto de la opa es también un laberinto para Endesa. Es creíble que su músculo aguante año y medio de indefinición sobre el futuro, pero también es seguro que las fuerzas no se están dirigiendo a crecer como empresa, lo que sabrán aprovechar sus competidores. El precio en Bolsa de Endesa se ha duplicado durante la pugna, ayer llegó a su récord histórico y es previsible que suba aún más mientras dure. Pero no está tan claro que el valor de la empresa se haya fortalecido, o vaya a ser el mismo al final de este largo folletín.

Otras dos cosas se pueden sacar en limpio de este asunto. Primera, que ya es hora de acabar con todo tipo de blindajes estatutarios y restricciones a la libre transmisión de las acciones y al derecho de voto en las empresas cotizadas. Si alguien pretende tomar el control de una empresa debe lanzar una opa desde el principio y competir con precio y proyecto. Y segunda, que España requiere un cuerpo normativo para afrontar este tipo de operaciones del que está quedando claro que en estos momentos carece. Porque dejar casi cada paso a la interpretación de la CNMV, cuando no de un juez, indica una inseguridad más propia de latitudes menos desarrolladas.

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