_
_
_
_
CincoSentidos

Semana Santa en Malta

Una de las cosas que chocan más al echar pie a tierra en esta isla pequeña es la cantidad de iglesias y campanarios por metro cuadrado; dicen que son cerca del medio millar, entre la isla principal y sus satélites Gozo y Comino. La atmósfera clerical es insoslayable. Malta no ha perdido un cierto estigma religioso o, mejor, eclesiástico: San Pablo naufragó en una de sus playas, según cuentan Los Hechos de los Apóstoles, cuando era conducido el año 60 a un tribunal de Roma; permaneció tres meses en la isla y dejó el embrión de una de las primeras comunidades cristianas (pueden verse unas catacumbas de la época en la ciudad de Rabat).

Pero más determinante y más palpable ha sido el peso de la llamada Orden de Malta. Una asociación nacida en Tierra Santa para dar asistencia hospitalaria a los peregrinos y luego convertida en máquina militar soberana. A la soberana orden religiosa debe Malta su fortuna (antes de llegar allí los Caballeros era un lugar pobre y descuidado) y también el formidable sistema defensivo a base de fuertes, murallas y bastiones que aprovechan unas magníficas condiciones naturales.

Con estas premisas, no es de extrañar que la Semana Santa sea un acontecimiento muy especial en la isla, y un momento excelente para visitarla.

Podrán conocerse tradiciones propias que vienen de lejos, y que despliegan un colorido inusual y fascinante. El grueso de las celebraciones comienza ya el llamado Viernes de Dolores, con la salida a la calle de Dolorosas muy similares a las nuestras; las procesiones invaden allí las calles de La Valetta y otras poblaciones grandes. El fervor va in crescendo durante el resto de la semana y alcanza su clímax el día de Jueves Santo. Ese día los malteses hacen una especie de ronda por diferentes templos para visitar las escenas de La última cena que en ellas se exponen, y recogerse en los llamados monumentos de cada templo (altar eucarístico); son especialmente llamativos los de St. Dominic, en La Valetta, el Centro Papa Pío IX en Cospicua y las iglesias de Lija.

El Viernes Santo es conocido en Malta como Il-Gimgha I-Kbira, que significa el viernes más importante del año. Desde últimas horas de la tarde, la gente sale a la calle a ver o tomar parte en las procesiones. Son muchos los malteses que participan en esos cortejos sacros vestidos con ropajes inspirados en el Antiguo y Nuevo Testamento. Los pasos representan, como en España, escenas de la Pasión a tamaño real. El domingo de Pascua amanece con aires de exultación. La imagen del Resucitado recorre las calles al son alegre de bandas locales. Es un día para celebrar con familiares y amigos por todo lo alto. El ambiente festivo es especialmente vibrante y contagioso en las llamadas Tres Ciudades (Vittoriosa, Senglea y Cospicua, frente a La Valetta).

El fin de la semana santa lo marca la festividad de San Grigor, el miércoles siguiente. Ese día se festeja un hecho milagroso, y es que, según la leyenda, el santo libró a los malteses de la peste bubónica por esas mismas calendas del siglo XVII. El buen tiempo y el mar cercano son el perfecto complemento de las celebraciones religiosas. Sobre todo en las playas de Gozo y Comino, donde según la tradición la ninfa Calypso logró retener a Ulises durante diez años. Unas playas tan hermosas y vírgenes que han sido escenario de múltiples rodajes en los últimos tiempos; se ha confeccionado incluso una ruta de cine para disfrutar de los mismos parajes míticos que los héroes de la pantalla.

Archivado En

_
_