Las rutas mineras del sur
Hace 5.000 años que titanes en alpargatas despellejan y destripan aquella tierra; quedan minas romanas, necrópolis y paisajes oníricos de tintes violentos. Pero la historia 'adulta' de la minería en Riotinto empezó en 1873, cuando se hizo cargo de la concesión la Rio Tinto Company Limited. En los días de esplendor llegaron a moverse por allí 17.000 operarios y 150 locomotoras. En los años setenta decayó la actividad, y en 1984 salió el último tren cargado de mineral desde Riotinto a los muelles de Huelva.
Ya entonces se pensaba en recoger la memoria de todo aquello. En 1992 abría sus puertas el Museo Minero, en el viejo hospital construido en 1927 en Minas de Riotinto por R. H. Morgan. En él se recogen desde las huellas de tartesos y romanos a los primeros rudimentos de la era industrial. Ulteriormente se han ido incorporando nuevas piezas y secciones, como la mina romana reproducida en los sótanos (ya que las que quedan por la zona no son accesibles). Lo que más atrae la atención de los curiosos es el lujoso 'vagón del Maharaja', construido para un viaje de la reina Victoria de Inglaterra a la India y traído aquí para otra visita regia, del de Alfonso XIII.
El Museo sirvió desde el principio como aglutinante y centro de recepción para visitar otros atractivos del Parque. Como el llamado 'barrio inglés' de Bella Vista, construido entre 1883 y 1895 para el staff británico, con viviendas ajardinadas, capilla anglicana y Club inglés. Una de las casas, la 21, ha sido convertida en museo, y otras dos rehabilitadas como hotel para albergar a los foráneos en la más pura atmósfera victoriana. Luego están las minas, aunque sólo se visita un botón de muestra: la Peña del Hierro, en Nerva. La Casa de Máquinas, recuperada, sirve de centro de acogida; se ingresa en una galería, provistos de casco, y se visitan parajes como el nacimiento del río Tinto, o el lugar donde la NASA practica sus ensayos para Marte. Pero la guinda en la visita al Parque temático es el viaje en el tren minero. De los 300 kilómetros de tendido que unían las minas con la ría de Huelva, se han habilitado unos doce, que se recorren con dos máquinas a vapor y una diésel. Un periplo corto, pero inolvidable, que vuelve locos sobre todo a los más chicos. Entre aquellas vetas de colores puros uno espera ver asomar a Terminator, a una manada de dinosaurios, o a una partida de guerreros apaches.