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Tribuna
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César Albiñana, en la Hacienda y la Universidad

César Albiñana García-Quintana nos ha dejado. Para mí, que tuve el honor de conocerlo y compartir con él muchos ratos, me resulta difícil poner estas líneas en negro sobre blanco. La última vez que coincidí con él fue en una comida organizada por el Colegio de Abogados con motivo de un número monográfico de la revista, que había coordinado. Pese al agravamiento de su estado de salud tuvo palabras certeras para los presentes, poniendo de manifiesto su lucidez, su apego por la vida y su dedicación al Derecho Financiero y Tributario.

César Albiñana lo fue todo en la Universidad y en el Ministerio de Hacienda. Su forma de ver ambas vocaciones la plasmó en dos de las dedicatorias a sus libros. El sistema tributario español y comparado lo dedicaba a dos de sus nietos -la familia era otro de los pilares de su vida- y a 'la Administración de la Hacienda pública española, a quien siempre procuré dedicar los afanes propios del servidor del Estado'. Por su parte, en la Guía Fiscal 1990, podía leerse: 'A la Universidad, que forma en la Verdad, y a la Hacienda pública, que está al servicio de la Solidaridad, por cuanto guiaron y condicionaron mi vida'. Ese ánimo de servicio fue aplicable a todos los ámbitos de su actuación.

Comienza su dedicación al Ministerio de Hacienda, prestando sus servicios como inspector diplomado de los tributos en la provincia de León. En 1952 accede a cubrir las funciones propias de inspector de los Servicios del Ministerio de Hacienda. Cinco años más tarde es nombrado secretario general técnico. Tras su cese, continúa en su anterior cargo y, posteriormente, se le encomienda la dirección del Boletín Oficial y de su servicio de publicaciones.

A partir de ese momento participa, como vocal, en las comisiones que habrían de redactar los anteproyectos de la mayoría de las normas financieras de la época, resaltando su papel en la que sería la Ley 230/1963, de 28 de diciembre, General Tributaria (también formó parte, años más tarde, de la actual). En 1974 se le nombra subinspector general de Hacienda y en 1975 director general de Inspección Tributaria. Esta actitud de servicio al Estado se vio reconocida con la Gran Cruz del Mérito Civil, la Encomienda y la Gran Cruz de la Orden de Alfonso X el Sabio o la Cruz de Caballero de la Orden de Cisneros.

El maridaje entre la Universidad y el ministerio lo lleva a cabo tras su nombramiento en 1970 como subdirector, director adjunto y, posteriormente, director, en 1976, del Instituto de Estudios Fiscales. En el transcurso de los 11 años que estuvo a cargo del Instituto se funda la revista Presupuesto y Gasto Público, comienzan los seminarios en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo y los cursos de perfeccionamiento para los funcionarios del ministerio, así como la creación, para estos últimos, del Centro Asociado de la UNED. También los programas de ayuda técnica al CIAT y los Centros de Estudios sobre las Comunidades Europeas. Pero el Instituto se convierte, además, en centro de referencia y peregrinaje de los universitarios españoles a los que el profesor Albiñana abre sus puertas y ayuda en todo momento.

Su faceta académica se inicia en 1946 como profesor de Sistema Español y de Teoría e Historia de la Hacienda. En la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales fue profesor adjunto desde el curso 1958-1959 y, posteriormente, catedrático desde el curso 1967-1968. En la UNED fue director del departamento de Derecho Financiero y de la Empresa en el curso 1974-1975. La docencia siempre la compaginó con la investigación, donde destacan una infinidad de publicaciones relacionadas con todos los ámbitos del Derecho Financiero y Tributario. Nunca olvidó su vertiente de aplicación práctica y así, en los últimos años, colaboró con grandes firmas españolas como abogado.

Hasta el último momento estuvo trabajando. Siempre se ponía al teléfono. Siempre escribía a máquina o a mano unas letras de agradecimiento cuando le mandabas un libro. En ocasiones escribía una recesión, aunque fuera para un doctorando que, por vez primera, veía un libro publicado. Siempre tuvo un momento para compartir sus conocimientos, sólo había que llamar a su puerta. Se ha ido un gran hombre de una extraordinaria calidad humana. Un camino a seguir para todos los corredores de fondo del mundo del Derecho.

Javier Martín Fernández. Profesor titular de Derecho Financiero y Tributario de la Universidad Complutense y socio director de F&J Martín Abogados

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