La difícil tarea de emprender
Qué importancia tienen determinadas competencias a la hora de poner en marcha una empresa?, ¿lo afrontan igual hombres que mujeres? A través de un análisis realizado recientemente, podemos afirmar que la confianza personal ocupa el primer lugar. Un emprendedor es alguien que confía en sus propias habilidades y que probablemente ésta sea la variable determinante para tomar la decisión de iniciar un reto empresarial, que implica no ser un asalariado que depende de otro, y poder asumir los riesgos que esto supone. Es decir, que aun cuando la necesidad económica sea el principal móvil para algunos, si alguien emprende es, en gran medida, porque cree poder hacerlo.
La competencia menos importante es la disposición a correr riesgos. Puede resultar curioso que ésta sea la última de la lista pues el riesgo es parte inherente a la tarea de emprender algo (no sólo un negocio). Que la valoración sea la más baja nos abre dos posibilidades de interpretación. En primer lugar, que los emprendedores españoles son conservadores en cuanto al nivel y tipo de riesgo que asumen, lo que en la práctica puede significar un montante de capital bajo para la inversión en los proyectos del lanzamiento empresarial, escasa previsión de creación de empleo o elección de sectores tradicionales para el negocio, por ejemplo. Una segunda línea interpretativa invita a pensar que la disposición a correr riesgos está tan incorporada a la idea de ser emprendedor que es redundante preguntar sobre su relevancia. Obviamente es necesario para alguien que empieza un negocio tener una disposición natural al riesgo, lo importante es que en la práctica se traduzca en decisiones planificadas y políticas controladas.
Los hombres entienden que la confianza personal está por encima de todas las demás competencias mientras las mujeres consideran la persistencia la cualidad más necesaria. La valoración que hacen las emprendedoras de la persistencia implica a la vez una percepción personal y del entorno. Reafirma una disposición personal a continuar, a tolerar periodos difíciles, a mostrar constancia, a no rendirse o a reponerse frente a los tropiezos. Por otro, refleja la percepción de un entorno que puede ser visto como hostil, desafiante o complicado frente al cual lo más importante es persistir para tener éxito.
Es importante destacar cómo tanto hombres como mujeres coinciden en señalar cuatro competencias como las más relevantes para su éxito (confianza personal, fijación de metas, persistencia y búsqueda de oportunidades). Sin embargo, más allá de estas coincidencias, el ranking de las cuatro competencias siguientes parece mostrar una diferencia en el contexto al cual se enfrentan hombres y mujeres o, en todo caso, en la percepción que ambos tienen de éste. Los hombres creen en las cualidades que les permitan enfrentar un contexto de mayor competitividad y exigencia (tolerancia a la presión, exigir eficiencia, organización), mientras las mujeres priorizan competencias que implican móviles internos (creatividad y orientación al logro) o que suponen una mayor búsqueda de conciliación (negociación, habilidades sociales y flexibilidad) y por tanto un contexto percibido como más retador pero menos agresivo.
Haciendo análisis estadísticos avanzados, hemos observado la correlación que existe entre las competencias evaluadas, de esta manera podemos hablar de grupos o perfiles. La principal conclusión que se extrae es que para la mujer están más relacionadas entre sí, es decir que existe una mayor interdependencia entre las competencias que se ponen en acción cuando se emprende un negocio. El motivo podría estar en que ellas requieren más competencias actuando juntas que las que necesitan los hombres ya que el medio les resulta bastante más hostil.
Con frecuencia se aborda la actividad emprendedora sólo desde el ámbito académico sin considerar las percepciones, opiniones y valoraciones de los propios protagonistas. Nada mejor que el análisis de la opinión de quienes ya tuvieron la experiencia de iniciar una empresa, para poder estudiar las competencias que les fueron necesarias y para servir de pauta a quienes deseen empezar en este camino. Cuando las mujeres inician un proyecto empresarial, las exigencias y expectativas sociales son diferentes a las de los hombres. De ahí que se pongan en marcha distintos grupos de competencias para unas y para otros y se usen en interacciones y contextos diferentes. Los resultados invitan a reflexionar que en un mundo de los negocios, masculinamente orientado, las opiniones y valoraciones femeninas, no por ser diferentes, dejan de aportar un gran valor.
Son muchos los condicionantes que influyen a la hora de emprender un negocio en España. Son conocidas las trabas administrativas o fiscales que existen, además de una ausencia de educación orientada al espíritu emprendedor pero es necesario dinamizar una cultura emprendedora si aspiramos a una economía sostenible.
Martin Rahe / Carlos Morales. Profesores de EADA (Escuela de Alta Dirección y Administración), autores del estudio 'Emprendedores en España. Competencias para el éxito'