Todavía hay cielos nublados

El tratado de cielos abiertos, que liberaliza los vuelos entre EE UU y Europa, ha aparecido siempre como algo distante, y la nueva propuesta, que incluye restricciones a las inversiones europeas en las aerolíneas estadounidenses, puede ser otro falso renacer. Los negociadores de la UE y EE UU han alcanzado un acuerdo tentativo que podría conceder a las compañías estadounidenses ilimitados derechos de aterrizaje en la UE y viceversa (...).

El problema es que los Gobiernos nacionales tienen que aprobar el acuerdo, y Reino Unido y Alemania hundieron una propuesta similar en 2004 (...). El mayor contencioso está en las restricciones estadounidenses que limitan a los extranjeros a un 25% del voto accionarial en sus compañías (...). La cuestión es si británicos y alemanes -quienes controlan el 60% del mercado transatlántico- cederán ahora (...).

Los argumentos a favor son que incluso un acuerdo imperfecto beneficiaría a los dos lados. Jacques Barrot, comisario de Transportes de la UE, habla de beneficios económicos de miles de millones de euros y decenas de miles de nuevos empleos (...). Bajo este acuerdo, las compañías estadounidenses pueden operar de un país de la UE a otro, mientras que las de la UE no pueden hacer lo mismo entre ciudades de EE UU (...). Esto es frustrante.