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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Los fundamentos de la productividad

La productividad aparente del factor trabajo creció un 0,8% en 2006, según las cifras de la Contabilidad Nacional. En román paladino eso quiere decir que la producción creció casi un punto más que el empleo equivalente a tiempo completo, o que, con la fuerza de trabajo estanca, se generó un 0,8% más de producción. Con tal evolución, esta variable ha recompuesto ligeramente el pobre desempeño de 2005. Pero está muy lejos de alcanzar los valores de los competidores industriales más directos, y mantiene una composición muy pobre: se concentra en la industria, y pierde presencia en los servicios y la construcción, sectores que toman valores crecientes en la economía.

El comportamiento de la producción por empleado se ha ajustado al desequilibrado modelo de crecimiento del país, muy sesgado a las actividades de construcción y los servicios de valor añadido menos abultado. Así, la industria recupera más de tres puntos de productividad gracias al estancamiento del empleo en el sector, y los servicios y la construcción la pierden, mientras presentan generosos avances de la ocupación.

La primera, atrapada en la bendita competencia internacional, ha resuelto el ejercicio dignamente, con un avance muy importante de la producción de la mano de la inversión en bienes de equipo. Pero el problema sigue estando en actividades donde ni siquiera el uso intensivo de la tecnología, como es la gestión de determinados servicios o toda la construcción de obra civil, logra imponerse a la utilización cada vez más expansiva de la mano de obra. La prueba sigue estando en que los costes laborales unitarios crecen cerca del 3%, con un comportamiento acelerado, y triplican los registros de las primeras economías de la zona euro.

El empleo es más débil cuanto menos productivo es, y sólo será sostenible si proporciona producciones crecientes a precios más baratos para pelear los mercados con garantías. Una combinación entre formación e inversión en tecnología es la única fórmula para que la productividad no se limite sólo a la industria y se justifique por producción y no por contención laboral.

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