Móviles a partir de 3.500 euros
La división de Nokia utiliza oro, platino, zafiro, rubíes o titanio en sus productos
Compraría un móvil de 3.500 euros? ¿Y uno de 6.000? Algunos bolsillos, como los del piloto de Fórmula 1 Jason Button, la cantante estadounidense Beyonce, el cocinero Sergi Arola o las actrices Gwyneth Paltrow y Catherine Deneuve no tiemblan a la hora de tomar esta decisión.
Vertu, filial de Nokia especializada en móviles de lujo lo sabe bien. Cuenta con ellos entre su clientela, una lista que crece de forma exponencial y que le obligará a doblar su capacidad de producción este año para intentar hacer frente a la creciente demanda.
Oro, platino, zafiro, rubíes, cuero, titanio, cerámica similar a la utilizada en el exterior de una lanzadera espacial o acero inoxidable quirúrgico son algunos de los materiales que se utilizan en las diferentes colecciones de Vertu.
Unos teléfonos elegantes y sencillos que recuerdan más a piezas de joyería. Ni UMTS, ni WAP, ni cámara de fotos, ni reproducción de vídeos. La alta tecnología no es su objetivo y, de hecho, la mayoría de los clientes de Vertu, posee, además, otro teléfono tecnológicamente avanzado para los viajes de negocio, las consultas de correo electrónico y demás funciones.
La ventaja del Vertu, aseguran sus productores, es un sonido, un tacto y un diseño únicos. Y las listas de espera a las que se enfrentan los clientes, más de seis meses para algunos modelos, parecen desafiar a todos aquellos escépticos que dudaban en los inicios de la compañía, allá por el año 2002, de la existencia de un mercado para la telefonía de lujo. El precio, infinitamente superior a un móvil convencional, no parece una barrera para las ventas. El modelo más barato de Vertu vale 3.500 euros y el más caro, una versión realizada con el joyero francés Boucheron, cuesta 270.000 por la serpiente incrustada con piedras preciosas que rodea el teclado.
El proceso de producción recuerda al de un reloj. Los mejores materiales de la relojería, automación, aeronáutica y joyería se ensamblan de manera artesanal. Un paseo por la fábrica constata la ausencia de máquinas. Todo el proceso es manual. Tornillos minúsculos, piezas pequeñas, manos hábiles y mucha paciencia.
Un móvil convencional se fabrica en unos dos minutos y dura unos 18 meses. Sólo el ensamblaje de uno de los modelos más sofisticado de Vertu puede llevar más de cuatro días y se fabrica para que la mecánica tenga una vida de unos 20 años.
De ahí las dificultades de la firma para aumentar la producción, su principal reto en el momento actual. Encontrar personal cualificado resulta complejo y cada empleado necesita como mínimo seis meses de formación para poder realizar las labores básicas.
Los competidores, conscientes del filón que se abre, empiezan a florecer. Entretanto, Vertu sigue añadiendo líneas de producción.