Trabajadores maduros, ¿un valor o un lastre?
Fernando Lorasque tiene 58 años, es jefe de una oficina del Banco Gallego en Lugo, y está deseando retirarse. En cuanto cumpla los 62 se acogerá a la jubilación anticipada con el 100% de su sueldo aunque, si le ofrecieran un buen acuerdo, se marcharía antes a casa. Reconoce que lleva trabajando desde la mayoría de edad y está cansado. Como él, el 67% de los españoles de 50 a 59 años optaría por dejar de trabajar lo antes posible. Muchos más que el 57% que lo haría en Francia, el 43%, en Suecia y Alemania; y el 31% de Holanda. Una actitud muy comprensible pero que preocupa a más de uno si se tiene en cuenta la disminución de la natalidad y que, en las últimas tres décadas, se han duplicado los años de permanencia en la jubilación de (11 a 20 años). Y es que en esta ecuación no salen las cuentas: menos aportaciones y más gasto, igual a crisis.
Por este motivo, la Confederación Española de Organizaciones de Mayores (CEOMA) ha publicado recientemente un estudio en el que apunta algunas claves de un problema complejo. Básicamente, es éste: las empresas prefieren deshacerse de sus trabajadores mayores (porque los creen obsoletos y sus sueldos son altos), los propios empleados eligen retirarse si su retribución no merma demasiado y los sindicatos continúan patrocinando la prejubilación en los ajustes de plantilla. El inconveniente es que prescindir de una generación completa de trabajadores implica una pérdida enorme de fuerza de trabajo. Incluso, aunque la empresa que prejubila siga pagando su cotización a la seguridad social. Si los jóvenes (cada vez menos) continúan incorporándose tarde al mercado laboral, será insostenible la actual tasa de empleo de 55 a 64 años, del 43,1%. En este momento, aunque la media de jubilación se sitúe en los 65 años, el cese de la actividad (por prejubilaciones o despido) se sitúa en los 61,5, según el informe.
Eduardo Rodríguez Rovira, presidente de CEOMA, cuenta un caso concreto: “En Madrid, se están terminando ocho hospitales y harán falta más de 3.000 profesionales. No hay suficientes médicos disponibles ni aunque los traigan de Polonia. Mientras, se ha bajado la edad de jubilación forzosa para los médicos desde los 70 a los 65. Y, ¡oye!, yo me pongo antes ante el ojo clínico de un doctor de 66 años que frente a la inexperiencia de uno de 26”.
José Manuel López también opina que no hay que desdeñar la fuerza de trabajo de los mayores. Es un autónomo asturiano que regenta dos tiendas de ropa y lleva varias marcas. No quiere dejarlo. “Echar a la gente mayor es un atraso. Yo pienso seguir. A otro ritmo, lógicamente, pero no pienso retirarme”.
Jubilarse en plena actividad
Pero el mayor problema no son los trabajadores que se jubilan cuando, más o menos, les toca, sino los que se van o son despedidos a partir de los 50, en plena actividad. El presidente de CEOMA, de 72 años y directivo del laboratorio farmacéutico SmithKline Beecham hasta casi los 70, sabe lo que dice: “Yo he sido presidente de una empresa. En los convenios en los que se jubila a un montón de gente, hay una coacción tremenda. Esa voluntariedad es relativa".
La edad media de los trabajadores del Grupo Santander, por ejemplo, es de 35 años (según datos de 2005). Un empleado del banco cuenta: “Uno de Servicios Centrales se va este año a los 47 años. Despedirle no les saldría rentable porque tendrían que indemnizarlo, pero así le pagan el 80% del sueldo, se ahorran el variable y contratan a un jovencito ambicioso por mucho menos. El trabajador acepta porque a los 47 años todavía puede disfrutar de la vida, incluso cuidar a los niños. La gente cada vez los tiene más tarde y, con 47 años, perfectamente puede tener un niño de 10”.
"Esa media de 35 es sospechosa. Probablemente no estén respetando la igualdad de acceso al trabajo", considera, en cambio, el presidente de CEOMA. Desde su organización, proponen una serie de medidas para fomentar la prolongación de la vida laboral (“siempre dentro de la voluntariedad, pues la jubilación es un derecho”).
Medidas para alargar la vida laboral
Explican que, en primer lugar, habría que eliminar la edad de jubilación forzosa de los convenios y regular una retirada laboral más flexible, adaptada a las condiciones y capacidad de cada trabajador. Incentivando la permanencia, flexibilizando los horarios y, si es necesario, reduciendo jornadas y salarios. También consideran imprescindible no descuidar la formación y actualización de la gente (la formación continua es una obligación de la empresa y del Gobierno).
Premiar a las empresas que contraten a trabajadores mayores de 50 años también es otro de los puntos propuestos en el informe. Incluso, imponerles un porcentaje mínimo de mayores sería buena idea, según Rodríguez. "Porque lo bueno es una empresa donde trabaje gente diferente y de distintos tramos de edad", explica. Todo, con tal de evitar que el único canoso de la plantilla sea el presidente.