La retirada de la ley antialcohol deja ganadores y perdedores
La retirada de la ley antialcohol deja tocada a Elena Salgado, ministra de Sanidad, que tras implantar con éxito la ley antitabaco en 2006, decidió hacer lo mismo con el alcohol, para erradicar el consumo excesivo entre los adolescentes. Con lo que no contaba era con la fuerte oposición del sector del vino, a la que se sumaron los productores de cerveza, sidra, espirituosos e incluso comunidades como Extremadura y Castilla-La Mancha, gobernadas por el PSOE.
Al final del combate, Salgado ha quedado como perdedora, los productores de alcohol como ganadores y varias preguntas en el aire. ¿Era tan necesaria la ley?; ¿era tan negativa como para que el sector movilizase a productores, bodegueros y organizaciones agrarias?
A juicio de Salgado, era necesario acabar con el problema del alcoholismo, cuyo coste sanitario está cifrado en 3.800 millones, aunque el cálculo no diferencia entre lo que cuesta el tratamiento para adultos y adolescentes. El coste del tabaquismo es muy superior, ya que solo el gasto sanitario causado por seis de las enfermedades derivadas del tabaco (en total son 29) supera los 7.000 millones de euros anuales.
'El vino nos da de comer, pero también somos padres y nos preocupa que nuestros hijos consuman alcohol'. Con esta frase intenta explicar uno de los negociadores de las organizaciones agrarias que no sólo les movían los intereses económicos, sino la necesidad de distinguir el vino del resto de las bebidas alcohólicas y evitar la publicidad y la promoción negativa de la bebida frente a adolescentes potenciales consumidores. A pesar de ello, las cifras hablan: España es el mayor productor de vino de Europa por extensión (1,2 millones de hectáreas), el sector emplea a 60.000 personas y factura 5.000 millones de euros. Además, es el tercer productor de cerveza de Europa y el noveno del mundo.
La retirada del proyecto promovido por la ministra de Sanidad cierra también el debate abierto sobre la actividad de promoción y publicidad de los productos alcohólicos, muy presente en eventos de carácter deportivo, y en los medios de comunicación. En 2005 los productores de cerveza, espirituosos, coñac brandy y licores gastaron 128,5 millones de euros en publicidad, según la consultora Infoadex.
Uno de los principales puntos de fricción entre los productores de bebidas alcohólicas es el diferente tratamiento fiscal que soportan. Los fabricantes de cerveza aseguran que existe un 'agravio comparativo' con al vino, ya que con una graduación de 4 o 5 grados, soporta un impuesto especial de un euro por hectolitro, mientras que el vino con una graduación sobre 12 grados no tiene carga fiscal. La misma opinión mantienen los productores de espirituosos que aseguran soportar el 80,9% de la recaudación de impuestos especiales sobre el alcohol, con un tipo impositivo de 8,3 euros por litro de alcohol puro.