El reparto de Metrovacesa
Los dos primeros accionistas de la primera inmobiliaria de España han pactado repartirse la empresa. Según el acuerdo, la familia Sanahuja, que controla el 39,6%, se quedará con Metrovacesa y activos de la filial francesa Gecina por 1.800 millones de euros. El presidente, Joaquín Rivero, y su socio Bautista Soler -conjuntamente controlan el 36,1%- se quedarán como socios de referencia de Gecina y recibirán de Metrovacesa activos por 270 millones de euros. Todo esto sería correcto si no fuese por una doble circunstancia: ni uno ni otro grupo de accionistas -ni los dos juntos- controlan el 100% de la empresa, y ésta cotiza en Bolsa. Lo primero exige una escrupulosa atención a los derechos de los minoritarios y lo segundo implica una exquisita transparencia con el mercado. Ambos aspectos están por ver. Y no tranquiliza que la documentación enviada a la CNMV contenga correcciones manuscritas con expresiones del tipo 'vale la tachadura'.
El pacto, que se articula mediante un complejo mecanismo que durará todo el año y puede dar lugar nada menos que a cinco opas -todas pactadas-, pretende poner fin a las hostilidades desatadas cuando hace un año la familia Sanahuja lanzó una oferta por el 20% de Metrovacesa -para llegar al 44% y tomar el control-. æpermil;sta fue respondida con una contraopa del grupo de Rivero. Aquellas operaciones se hicieron a 78,1 y 80 euros por acción, respectivamente, mientras que el diseño del reparto rebaja la valoración a 75,67 euros (un 35,8% menos que el último cierre), y eso tras el importante proceso de revalorización por la puja por la empresa.
La CNMV, y su homóloga francesa (AMF) están obligados a analizar al detalle que este pacto no se haga sobre los hombros de los minoritarios. Y más si, como parece, ambos grupos pretenden culminar el reparto con acciones, sin nuevas aportaciones dinerarias y, en ningún caso, con una opa por el 100% de la empresa.
Cierto es que el equilibrio inestable en que vive desde hace un año la mayor inmobiliaria de Europa continental requiere una solución. Puede que partirla no sea la mejor, pero si además se hace de espaldas a los minoritarios se habrá elegido la peor.