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Gasoducto

Eon limpia de bombas el Báltico

Eon empieza a dejar atrás el terreno minado legalmente de su opa por Endesa, pero tiene por delante todo un mar de espoletas para desactivar. Nada menos que 300.000 toneladas de armamento químico y convencional descansan en el lecho del Báltico, por donde la compañía alemana y su socia rusa, Gazprom, han acordado construir un gasoducto submarino de 1.200 kilómetros de longitud.

La localización de ese explosivo material y su retirada o desactivación requerirá un enorme esfuerzo de investigación a las compañías involucradas, según explicaron la semana pasada durante la presentación del proyecto en Bruselas.

El armamento yace bajo el agua desde la Segunda Guerra Mundial, por lo que probablemente no cabe esperar una explosión. Pero las cargas arrojadas en aquella época y las abandonadas durante la guerra fría por haberse quedado desfasadas contienen más de 55.000 toneladas de substancias peligrosas.

Algunos países de la zona, con Suecia a la cabeza, temen que un fallo en la colosal obra de ingeniería civil desencadene un desastre ecológico sin precedentes en la zona.

'Estableceremos un corredor de dos kilómetros de ancho en torno al gasoducto para rastrear la posible presencia de munición', tranquilizó la semana pasada en Bruselas Matthias Warnig, director ejecutivo de Nords Stream, la sociedad constituida por Gazprom, EonRuhrgas y la también alemana Wintershall/Basf para llevar a cabo el proyecto. 'Será una tarea muy costosa y que requerirá un uso intensivo de mano de obra', reconoció el directivo. En total, asegura la compañía, se rastrearán 2.400 kilómetros cuadrados del fondo marino del Báltico. Nord Stream cree que este esfuerzo contribuirá al conocimiento y el mantenimiento del ecosistema de ese mar europeo casi interior.

'Es la primera vez que se realizan estudios y análisis tan caros', se defiende Nord Stream. 'Los resultados tendrán una importancia enorme para la investigación del medio ambiente en el Báltico y serán un gran paso para resolver el problema de la munición abandonada'.

Los países de la ribera, sin embargo, no parecen convencidos. Y aunque el proyecto ha sido declarado de máximo interés por la UE, la financiación comunitaria que las compañías esperan recibir quizá nunca llegue. 'Hay una clara oposición de varios Estados miembros a financiar este proyecto', explicó también la semana pasada Philippe Maystadt, presidente del Banco Europeo de Inversiones, el brazo financiero de la UE. 'Necesitamos la unanimidad, y mientras no se consiga no podremos financiarlo'.

De modo que, antes de zambullirse en el Báltico, Eon y compañía quizá tengan que sortear otro campo minado políticamente.

Schröder cree que no habrá retrasos

Gerhard Schröder, a sueldo del consorcio del gasoducto del Báltico desde que dejó la cancillería alemana, cree que el proyecto 'se completará en el tiempo previsto 2010'. Para impulsarlo, el ex canciller explotó la semana pasada en Bruselas sus influencias en la CE y en el Parlamento europeo. El alemán, sin embargo, se perdió algunas citas por culpa de un retraso en su vuelo desde Berlín.

El tubo cubre el 8% de las necesidades de la UE

El gasoducto ruso-alemán transportará a partir de 2010, según la compañía Nord Stream (constituida por Gazprom, EonRuhrgas y Wintershall/Basf), unos 27.500 millones de metros cúbicos de gas natural. El caudal se multiplicará por dos cuando se complete la segunda fase del proyecto. La compañía, que se esfuerza por resaltar la trascendencia del proyecto para todo el continente, calcula que en 2015 la Unión Europea consumirá unos 700.000 millones de metros cúbicos de ese combustible, por lo que el tubo del Báltico cubrirá, más o menos, el 8% de esas necesidades.'No es un proyecto para Alemania sino para el conjunto de Europa', señaló el pasado miércoles en Bruselas el ex canciller alemán Gerhard Schröder, convertido ahora en presidente del comité de accionistas de Nord Stream. 'Nuestras importaciones de gas aumentarán de aquí a 2015 y con las infraestructuras actuales simplemente no es posible hacerlo', asegura el alemán.Schröder intentó también calmar la inquietud que las obras provocan en Polonia, país que identifica el trazado submarino como un deliberado intento para esquivar su territorio. 'El proyecto no reemplaza otras vías de importación, porque seguirán haciendo falta. Las complementa'. Nord Stream justifica también su elección porque a pesar del elevado coste de la construcción (se calcula en 5.000 millones de euros) los costes operativos serán más bajos que por tierra.

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