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Tribuna
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El nuevo mantra de la gestión de riesgos

Los últimos escándalos empresariales a nivel internacional y algunos nacionales han contribuido a crear una conciencia empresarial sobre la necesidad de gestionar los riesgos de las empresas de una manera pro activa. El último escándalo de la magnitud de las escuchas telefónicas en Telecom Italia deja al caso de Hewlett-Packard como un juego de niños. Recientemente, Hewlett-Packard admitió públicamente que usó una serie de tácticas poco éticas, mermando su credibilidad y reputación tanto en la opinión pública como en sus inversores y clientes.

Otros escándalos sonados, como Enron, Worldcom, Xerox o el desastre de la lanzadera espacial que puso de relieve la ineficiencia de la gestión de riesgos en la NASA y provocó la muerte de siete personas, han provocado un claro cambio de enfoque en la gestión de los riesgos empresariales. El grado de decepción de los inversores en las grandes empresas aumentó en tres años un 10%.

En muchas empresas se siguen analizando los riesgos en forma de silos, de manera funcional o muy específica. El caso de la banca resulta paradigmático: hasta hace bien poco, el concepto de riesgo se refería únicamente a la gestión de riesgos bancarios. En contraste, el enfoque de enterprise risk management (ERM) supone la gestión integrada y sistemática de todos los riesgos dentro y fuera de una empresa.

El ERM reconoce algo tan intuitivo como que cualquier toma de decisión, acción o plan estratégico desarrollado por una empresa tiene objetivos que llevan aparejados una serie de riesgos inherentes. Resulta fundamental, por tanto, identificarlos, evaluarlos en función de su probabilidad e impacto, y tratar de mitigar, cuando menos, los más críticos de todos ellos. El ERM intenta analizar todos los riesgos a través de la misma óptica, y tratarlos todos ellos con el mismo conjunto de herramientas. La falta de una cultura y de una buena gestión de riesgos conlleva que muchas empresas no definan claramente lo que es un riesgo, y que diferentes áreas evalúen los riesgos de distintas formas y con diferentes criterios, a veces dispares entre sí.

Y es que, efectivamente, muchas empresas no evalúan amplios aspectos relacionados con diversos tipos de riesgos, o los evalúan de forma simplemente departamental, desestimando su posible impacto a nivel de otras áreas de la empresa o de la empresa en su conjunto. Con la ayuda de la tecnología, la integración de procesos y personas en las empresas pasa a ser una realidad, pero una realidad que, paradójicamente, ha magnificado los riesgos en lugar de reducirlos. Existen riesgos, incluso, que pueden tener un impacto muy bajo si se analizan de forma aislada, pero que combinados con otros pueden llegar a tener un efecto catastrófico.

Otro ejemplo muy típico: que los directivos o gestores de una empresa utilicen cuentas de correo electrónico gratuitas, como Hotmail o Yahoo, para enviar información a sus clientes cuando tienen su correo profesional lleno. Muchos analistas lo considerarían un riesgo bajo, o peor aún, ni siquiera lo considerarían un riesgo. Ahora deténgase a analizar, además del posible riesgo de seguridad inherente a este tipo de cuentas de correo, el escándalo mediático que produciría sobre la imagen de un banco un artículo de prensa que mencionase que sus gestores envían los balances a sus clientes mediante cuentas de Hotmail… Visualice la imagen y profesionalidad del banco, tras tanto dinero invertido en imagen corporativa, tras la revelación de semejantes detalles sin importancia. Como en el caso del presidente de una conocida entidad financiera española, que enviaba los planes estratégicos a través de una cuenta de este tipo.

Numerosas empresas invierten verdaderas fortunas en sistemas de seguridad para protegerse de ataques externos y se olvidan de que, en realidad, muchos de los riesgos resultan estar dentro. Se lo puedo asegurar: no hablamos de ficción, sino de la realidad de muchas de las más importantes empresas españolas.

Y aunque las nuevas normativas, como la Ley Sarbanes-Oxley, vienen a exigir algo más de orden en muchos de estos riesgos, un enfoque de gestión de riesgos nunca debería de ser reactivo, obligado por normativas o leyes. Debería ser pro activo, genuino, motivado por el conocimiento del negocio y creado mediante el desarrollo de una cultura de gestión de riesgos en la compañía.

El riesgo de reputación e imagen es probablemente el riesgo que más empresas olvidan evaluar. Hoy en día empieza a existir mucha presión en las empresas para cuantificar todos sus riesgos. Sin embargo esta cuantificación es muy holística. Mientras en España el tema de ERM es aún muy novedoso o de futuro lejano, a nivel internacional el enfoque ERM es crítico y prioritario en muchas empresas. Muchas de ellas están creando el cargo de chief risk officer. En España, como mejor práctica, esperamos siempre algún escándalo para que se actúe después, a prisas y corriendo…

José Esteves. Director del área de Sistemas y Tecnologías de la Información del IE Business School

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