Traje nuevo para el Fondo
La hucha de las pensiones ha crecido tanto que se le ha quedado pequeño el traje y es preciso hacerle uno nuevo. Esta alegoría explica los cambios que se han producido en el Fondo de Reserva de la Seguridad Social desde que en el año 2000 el Consejo de Ministros aprobó la primera dotación, por importe de 601 millones de euros, hasta los más de 40.000 millones de euros con que contará tras la autorización, próximamente, de una nueva dotación de 4.000 millones de euros.
El incremento de las aportaciones en la presente legislatura ha hecho que el Fondo supere en más de 25.000 millones de euros la cuantía existente el 14 de marzo de 2004, que era ligeramente superior a los 15.000 millones, hasta adquirir un volumen equivalente al 4% del Producto Interior Bruto. Los rendimientos netos acumulados producidos por el Fondo de Reserva hasta la fecha ascienden a 3.587 millones de euros.
Ante este crecimiento del Fondo es necesario plantearse si siguen siendo válidas las reglas de funcionamiento que se establecieron en el momento de su creación. El análisis de la evolución del Fondo demuestra que las medidas adoptadas en su día fueron las idóneas y una buena parte de ellas siguen siendo totalmente válidas en la actualidad. Por ejemplo, el principio de que la seguridad de las inversiones debe seguir primando por encima de la rentabilidad. Esta idea es compartida por el Gobierno y los agentes sociales, que también están de acuerdo en que tras estos siete años de existencia del Fondo, con un panorama de estabilidad monetaria y tipos bajos de interés, ha llegado el momento de plantear que una parte del ahorro se pueda invertir en renta variable para obtener una mayor rentabilidad.
'Es momento de plantear que una parte del ahorro para pensiones se pueda invertir en renta variable'
Lo que se exige a un buen gestor es que compatibilice la seguridad con un buen rendimiento y la adopción de las medidas oportunas en cada momento, más si se tiene en cuenta que no sería un experimento inédito sino el camino ya emprendido por otros fondos similares de los países de nuestro entorno. En la actualidad, el Fondo de Reserva español es el único que tiene invertidos todos sus activos en deuda pública española y en deuda de los principales países de la Unión Europea.
El volumen cada vez mayor del Fondo puede llegar a distorsionar el mercado de deuda pública española, cuando el Banco de España aconseja no acumular más de un 10% de inversión en cada referencia. La alternativa tampoco es aumentar la inversión en deuda exterior hasta el punto de que los ahorros de los empresarios y los trabajadores españoles financien a otros países.
Ante este panorama, el Gobierno ha planteado a empresarios y sindicatos que ya es hora de hacerle un nuevo traje al Fondo de Reserva, que se adapte mejor a sus dimensiones actuales. Por esta razón, la reforma del Fondo de Reserva se aprobó dentro del Acuerdo sobre Medidas en Materia de Seguridad Social, firmado en el Palacio de la Moncloa en julio de 2006, y se va a plasmar en un anteproyecto de ley en el que se contemplan los cambios necesarios para conseguir una gestión del Fondo que mantenga la seguridad de la inversión y obtenga de él una mayor rentabilidad.
La reforma que se emprende del Fondo de Reserva de la Seguridad Social parte de ese acuerdo imprescindible con los agentes sociales, que han dejado muy claro que apoyan esta apertura a la inversión en renta variable siempre que se mantengan los principios de transparencia y seguridad, se obtenga mayor rentabilidad, y se actúe con neutralidad. Es decir que ningún Gobierno pueda caer en la tentación de utilizar esa parte de inversión en renta variable del Fondo de Reserva de la Seguridad Social para controlar operaciones empresariales.
La reforma del Fondo no constituye un hecho aislado sino que se inserta dentro de una reforma global de la Seguridad Social que, en un marco de consenso con los agentes sociales, mejora las prestaciones más bajas, corrige inequidades y aborda cambios paulatinos sin afectar a los derechos de los actuales pensionistas, pero que preparan el sistema para que sea sostenible y se enfrente al problema del envejecimiento de la población aprovechando la buena salud financiera actual de la Seguridad Social para no tener que recurrir a medidas traumáticas en el futuro.
Octavio Granado. Secretario de Estado de la Seguridad Social