La solución está en los cereales y las algas
Que somos lo que comemos es un tópico que los defensores de la cocina macrobiótica han convertido en lema. Los alimentos no contienen sólo nutrientes. En ellos hay energía que nos puede ayudar a combatir el estrés. O, al menos, eso defiende María Rosa, que gestiona Escuela de Vida un centro de influencia oriental, cuya preocupación por la salud emocionaría a la ministra de Sanidad, Elena Salgado.
María Rosa confecciona un menú para un ejecutivo que pasa muchas horas ante el ordenador y sufre estrés. Para desayunar, cereales, pero no de los que venden en el supermercado, sino cereales en grano. Se pueden encontrar en herbolarios. Y nada de acompañarlo con leche, todos los lácteos gozan del desprecio de Escuela de Vida, ya que cuesta 'metabolizarlos'. Para comer, 'verduras verdes muy poco hechas, casi crudas'. Y aquí sí que hay variedad: bróculi, puerros, repollo o rúcula. Todo se puede acompañar con algas, que ofrecen los minerales que el cuerpo precisa. Y tras terminar la jornada laboral, Escuela de vida recomienda una 'riquísima' sopa de verduras llamada sopa de miso, que, además de las verduras, incluye un poco de alga wakane, que se puede encontrar en herbolarios y, obviamente, miso, un fermentado de soja y cebolla. María Rosa salta cuando alguien le dice que este menú puede ser muy sano pero es aburrido y olvida el carácter festivo de sentarse en una mesa. 'También puede ser comida de 5 estrellas y muy rica', protesta. Rosa Díaz, que dirige una empresa y sigue la cocina macrobiótica desde hace años lo corrobora. 'Hay recetas supernormales y, a la vez, muy saludables', explica. (www.escueladevida.net)