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Análisis

La ceremonia del adiós

La imagen del Manuel Pizarro de hace un año con un ejemplar de la Constitución en la mano pidiendo justicia contra el rapto de Endesa por Gas Natural, se tornó el viernes más tensa. La que acompaña, quizá, a las victorias agridulces.

En una rueda de prensa inesperada y sin un objeto preciso, el presidente de Endesa, que momentos antes se había dirigido a los empleados de la sede madrileña, llegó a hablar en pasado: 'Me he sentido muy orgulloso de haber sido presidente de esta compañía...', señaló. Aunque aseguró que había convocado la conferencia de prensa para responder a las declaraciones con las que Gas Natural acompañó su retirada de la puja el día anterior, Pizarro se centró en muchos de los mensajes de su discurso del último año: que la empresa ha hecho un gran esfuerzo inversor y que ganó la partida a Latinoamérica y que el mercado castigó la acción de la eléctrica, que cayó hasta los ocho euros en 2002. No obstante, respecto a Gas Natural, no pudo evitar hacer leña del árbol caído. Algo que sorprendió, teniendo en cuenta que la caída ya se había producido hace mucho tiempo.

Pizarro, que nunca se ha guardado opiniones sobre el mayor precio de su compañía (hasta ahora, siempre valía más), se negó el viernes en redondo a tratar sobre el asunto, cuando sólo quedaban unas horas para la última oferta de Eon. Llegó incluso a asegurar que él nunca dijo (y matizó la declaración) que Endesa valía 45 euros. En sus ataques, el presidente de Endesa dejó entrever una cierta preocupación de los administradores de la eléctrica por las acusaciones sobre una supuesta entrega de información privilegiada o cualquier otro pacto no ortodoxo con los alemanes. Y se defendió avanzando nuevas denuncias, ya que, en su opinión, Endesa ha sido 'cicatera' en los tribunales.

El ejecutivo no escatimó calificativos amables para Entrecanales, Blesa y Conthe (su gran enemigo en los comienzos de la opa) y volvió a insistir, ante las preguntas sobre el Gobierno, que no habla 'nunca de política'.

En cierto modo, Pizarro pareció escenificar una ceremonia del adiós ante unos directivos (entre los que él mismo se incluye) que no han dejado (ni dejan) de soñar con una Endesa independiente.

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