Energía europea, ¿desafío o utopía?
La política energética común se encuentra en sus albores. El autor analiza la propuesta de la Comisión Europea para ponerla en marcha, con la competitividad -con regulación de los mercados-, el desarrollo sostenible y la seguridad del abastecimiento como pilares.
Competitividad, desarrollo sostenible y seguridad de abastecimiento. æpermil;stos son los principios centrales de la propuesta sobre una futura política energética europea que acaba de lanzar la Comisión Europea y que deberán ser refrendados por los Jefes de Estado de los países miembros de la UE en su reunión del próximo mes de marzo bajo la actual presidencia alemana.
El desarrollo de estos principios en el marco de una política europea de la energía supone por sí mismo un desafío a largo plazo, pero si, además, esta política implica una auténtica revolución para el sector, su viabilidad puede ser tan sólo utópica. Sin embargo, la construcción europea está llena de desafíos utópicos que se han hecho realidad.
Cargado de optimismo y esperanza, el Comisario responsable de la política energética, lanzaba el pasado 10 de enero una sorprendente proclama: 'Si adoptamos las decisiones adecuadas, Europa puede liderar una nueva revolución industrial en el mundo: el desarrollo de una economía que emita poco carbono'.
Debemos reconocer que la propuesta de estructurar finalmente una política europea de la energía aparece en un momento crucial y en un entorno de crisis que puede favorecer la actitud de los Estados miembros en la asunción de las estrategias de cambio que permitan trabajar juntos para alcanzar los tres objetivos señalados.
Para mejorar la competitividad del sector energético europeo en el marco de una política común, la Comisión propone realizar un mercado interior de la energía que favorezca a todos sus usuarios e impulse las inversiones que el cumplimiento de los objetivos requiere. En este sentido, la Comisión quiere actuar de inmediato en la regulación de los mercados del gas y la electricidad y llevar a cabo medidas de seguimiento con arreglo a las normas de competencia: establecer una separación más clara entre producción y distribución de energía con el fin de eliminar los altos niveles de concentración del mercado, la integración vertical de las empresas y los casos de colusión entre los operadores que se reparten los mercados. ¿Desafío o utopía?
El segundo principio, la sostenibilidad, debe contribuir a mejorar el actual escenario europeo y mundial protagonizado por las crecientes alarmas de calentamiento climático que amenazan al planeta y por el compromiso con los objetivos marcados por el Protocolo de Kioto. En este contexto, la Comisión propone a los Estados miembros apostar decididamente por el desarrollo de las energías renovables y, paralelamente, reconsiderar el papel de la energía nuclear. El esfuerzo a realizar promete ser enorme: se está lejos de los objetivos de Kioto para el 2010, el sector de las energías renovables está muy poco desarrollado (representan tan sólo el 6% del balance energético europeo, frente al 20% que plantea la Comisión como objetivo para el 2020) y algunos Gobiernos europeos temen enfrentarse a los militantes y simpatizantes ecologistas en un tema tan sensible como el nuclear. ¿Desafío o utopía?
La política europea de la energía deberá completarse con la seguridad de los aprovisionamientos que permita frenar la dependencia de las importaciones y la vulnerabilidad del sistema. Este principio se asienta en los dos anteriores al exigir un enfoque integrado de reducción de la demanda y de diversificación de los tipos de energía consumida, mediante un mayor uso de las energías autóctonas renovables y competitivas. Recordemos que la Unión Europea importa el 57% de sus necesidades energéticas y que la Agencia Internacional de la Energía prevé que en 2030 la dependencia europea sea del 70%.
Esta estrategia deberá ir acompañada por una política exterior de la energía que tenga como fin coordinar las relaciones con los suministradores extranjeros y actuar con 'una sola voz'. ¿Desafío o utopía?
El proyecto es muy esperanzador y su consecución puede dar a la Unión el liderazgo que anunció el Comisario de energía, el letón Andris Piebalgs. El problema es saber si los Estados miembros estarán por la labor. La experiencia reciente nos obliga a ser escépticos. El enfoque que prevalece entre los Estados miembros es el de apostar por la construcción de un espacio energético dominado por los intereses de unos pocos países, y no por el que aboga por una visión global de la Unión Europea como ahora propone la Comisión. Esperemos que triunfe este último pues, de lo contrario, el dominio del interés de unos pocos países líderes no hará más que aumentar el conflicto interno que protagoniza la vida de la Unión en los últimos años y ello redundaría en una mayor dificultad para encontrar soluciones a la actual crisis que paraliza a la Unión Europea.
Agustí Ulied. Profesor del Departamento de Economía de Esade