La Bolsa y las trampas al solitario
Que el año 2007 va a ser un año en el que los multiplicadores de la Bolsa van a aumentar es algo que los analistas ya advirtieron bastante antes de que empezase. Una simple consecuencia del ciclo bursátil, que si no ha superado ya el punto medio -mayo de 2006 en la hipótesis más pesimista- lo hará este año. Las empresas viven vacas flacas, pero se recuperan tan rápido que la Bolsa no logra subir tan deprisa como el beneficio.
Los gestores de fondos piensan en su gran mayoría que los beneficios empresariales no llegarán a crecer más del 10% en lo que va de año. Las rentabilidades esperadas para la Bolsa también rondan, a grandes rasgos, el umbral de los dos dígitos. Como consecuencia, ni frío ni calor. Las Bolsas suben al ritmo de los beneficios en una plácida transición de una etapa en que la Bolsa está cada vez más barata a otra en que se encarece.
Conviene matizar, en este sentido, que la Bolsa española es una excepción, toda vez que por el efecto de las opas ha registrado en 2006 una rentabilidad muy por encima de la de otros mercados.
En todo caso, la previsión de que la Bolsa subirá un 10% y los beneficios también es un ejercicio de voluntarismo típico de la Bolsa, un terreno donde las trampas al solitario funcionan de maravilla. Sobre todo porque, cuando las hace todo el mundo, todo el mundo gana a la vez. Posiblemente al final del ejercicio las cosas queden de este modo. Pero rara vez sucede así.
La Bolsa es bipolar. O sube mucho o baja mucho, pero no se sabe quedar quieta. Así las cosas, y como quiera que es un poco pronto para ver a un mercado en caída libre, lo más probable es que se trate de un ejercicio volátil. Si los resultados empresariales no decepcionan mucho -y no suelen hacerlo hasta que la Bolsa no baja de verdad, cosas de contables- el mercado subirá a mayor ritmo que éstos, aunque con más altibajos que en 2006.