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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La vulnerabilidad energética de la UE

La interrupción del suministro a Europa de petróleo procedente de Rusia por decisión de Bielorrusia ha vuelto a evidenciar la vulnerabilidad de la Unión Europea en materia energética. La crisis se parece como dos gotas de agua a la que el pasado año surgió por los obstáculos de Ucrania al paso de gas ruso, con acusaciones similares cruzadas, mientras Europa asiste pasiva al espectáculo.

La última semana de 2006, cuando vencía el anterior contrato, las autoridades gasísticas rusas y el Gobierno de Minsk, capital bielorrusa, cerraron el acuerdo de remuneración del tránsito del gas, y parecía que el fantasma de las dificultades de suministro estaban superadas. Pero la pérdida de recursos por parte de Bielorrusia, enclavada como una cuña geográfica entre Rusia y la Europa comunitaria, ha provocado un nuevo conflicto: un canon al paso del petróleo. El problema es recurrente por la extraña relación política y económica existente entre Moscú y las antiguas repúblicas que estaban en su órbita, que contamina cualquier relación económica estable y donde la seguridad jurídica es una quimera, por muchos y muy importantes y respetuosos terceros países que estén afectados.

La seguridad energética europea no está asegurada, y cuando se resuelva este conflicto estará a expensas de que surja otro. El 30% de la energía que consumen los quince países más ricos de la UE viene del otro lado del antiguo telón de acero, y ese porcentaje llega al 43% si hablamos de toda Europa. El 20% del crudo que consume Alemania entra por el oleoducto bloqueado, y aunque dispone de reservas para casi cuatro meses, la psicosis de desabastecimiento y subidas de precios está servida. Por ello ha optado por acuerdos bilaterales con Moscú en un intento de garantizar su estabilidad.

Europa necesita de forma urgente un debate serio y acelerado que resuelva su modelo energético, y en el que, dada su excesiva vulnerabilidad exterior, la apuesta nuclear se ponga de nuevo en la mesa, tal como defiende París, o la propia Comisión Europea.

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