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Tribuna
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¿Qué podemos esperar de 2007?

Podemos asegurar que 2006 ha sido, en general, un buen año económico. A pesar de que el petróleo se ha mantenido en una banda de precios muy elevada, llegando incluso a alcanzar en verano su máximo histórico, y del endurecimiento de las políticas monetarias en Estados Unidos y en la zona euro, el crecimiento económico a nivel mundial se situará por tercer año consecutivo cerca del 5%. Para 2007, todas las previsiones apuntan a que la economía mundial mantendrá unas tasas de crecimiento similares, a pesar de la desaceleración que se producirá en los principales polos económicos: Estados Unidos, la Unión Europea y Japón. En otras palabras, el crecimiento deberá sustentarse en los emergentes.

El petróleo seguirá siendo el principal actor en 2007. Parece difícil, salvo que se produzca una fuerte desaceleración, que el barril baje de los 55 dólares. Los países productores parecen haber interiorizado que un petróleo en esos niveles, apenas resta crecimiento a la economía mundial y produce, en cambio, unos sustanciosos beneficios. Todo hace pensar que seguirán ajustando la producción si observan que los precios disminuyen, como la OPEP acaba de hacer en su reunión en Nigeria.

En Estados Unidos, el progresivo debilitamiento de la economía a lo largo del año, el enfriamiento del sector inmobiliario y una inflación contenida por debajo del 3%, hacen pensar que los tipos de interés han tocado techo. De hecho, en primavera podrían comenzar a disminuir de forma suave hasta llegar al 4%-4,25% a finales de año, evitando la recuperación del dólar. Con los déficit gemelos más controlados, en especial el fiscal, y con unas cifras de creación de empleo más que aceptables, las apuestan giran a que el crecimiento puede llegar al 3%.

Por su parte, la Unión Europea, aparte de la incorporación de Rumanía y Bulgaria, tendrá pocas alegrías en 2007. Si las elecciones presidenciales francesas, la salida de Tony Blair de Downing Street y los intentos de encontrar una salida al laberinto en el que se haya la Constitución Europea centrarán la agenda política, las repercusiones de la subida del IVA en Alemania y la velocidad con que el Banco Central Europeo endurezca sus posiciones, marcarán la agenda económica. Estos dos factores harán que la tímida recuperación que parecía estar produciéndose este año, no se consolide y que nos tengamos que volver a conformar con crecimientos más bien mediocres, cifrados entre el 2% y el 2,5%.

Mientras tanto, en España, parece que continuará la fiesta. Aunque las subidas de los tipos de interés empiezan a notarse en el bolsillo de muchas familias, nada hace pensar que se pueda truncar la racha de crecimiento que disfrutamos desde hace ya once años. La rebaja de impuestos con la que nos obsequiará el Gobierno, la creación de empleo y el superávit de las cuentas públicas serán los principales argumentos del España va bien, que traducido a crecimiento, volverá a situarse por encima del 3%.

Los problemas, los de siempre: inflación, déficit comercial, deterioro de la productividad y burbuja inmobiliaria, convertidos en una especie de enfermedad crónica que nos permite hacer una vida más o menos normal. Pero también 2007 será el primer año de la reducción de fondos europeos, que aunque seguirán fluyendo, lo harán de forma más moderada que en los últimos años.

En Latinoamérica, concluido el año electoral, será interesante observar los rumbos políticos que toman algunos países: México, con un Felipe Calderón que deberá afianzarse institucionalmente e iniciar un complejo proceso de reformas; Perú, donde Alan García gozará de una segunda oportunidad; Nicaragua, en la que Daniel Ortega ha vuelto al poder tras 16 años de oposición; Ecuador, donde Rafael Correa deberá optar entre el populismo o la estabilidad y, por supuesto Cuba, una vez que Fidel Castro parece definitivamente fuera de juego.

En el ámbito económico, 2007 será el cuarto año de crecimiento sostenido en Latinoamérica, con una tasa que volverá a rondar el 5%. Con precios de las materias primas en máximos, una estabilidad macroeconómica desconocida (inflación media del 5%, superávit fiscales primarios…), remesas cada vez más abundantes y retorno de la inversión extranjera, la región debería centrar sus esfuerzos en trasladar a los ciudadanos la bonanza macroeconómica. Por otra parte, será interesante observar el devenir de los tres vectores en los que se mueve la política comercial del continente: la integración regional, los Tratados de Libre Comercio con Estados Unidos y las crecientes relaciones con Asia.

Hablando de Asia, China volverá a ser la gran protagonista, junto con una India que empieza a crecer a ritmos del 7%-8%, es decir, a tasas asiáticas, y que cada vez presenta más credenciales para convertirse en el nuevo coloso económico. El 10% que Pekín espera crecer en el año previo a los Juegos Olímpicos, impulsará al resto de economías de la región y su fuerte demanda contribuirá a que los precios de las materias primas, petróleo incluido, sigan en máximos. Por su parte, la economía japonesa, a pesar de los buenos augurios, parece que no acaba de arrancar, lo que nos lleva a pensar que seguirá sumida en su particular depresión durante el próximo año.

Y para acabar, África. Mientras los precios del petróleo y de otras materias primas que el continente exporta abundantemente sigan en máximos, el crecimiento nominal se mantendrá en tasas cercanas al 6%. Pero desgraciadamente, la inestabilidad política, la corrupción, los conflictos regionales, y las enfermedades como el SIDA, provocarán que la mayor parte de la población africana siga sumida en la miseria durante un año más.

Juan Carlos Martínez Lázaro. Profesor del Instituto de Empresa Business School

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