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Columna
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Premio a Air Madrid

æpermil;rase una vez un camarero que trabajando, trabajando y trabajando acabó por formar un imperio empresarial dentro de su propio ramo de la hostelería, hasta sumar una cadena de establecimientos con miles de camas y adquirir una reputación entre su creciente clientela. Así llegó a ser muy considerado en los círculos del sector y su fama iba extendiéndose por las diversas provincias del reino y por los archipiélagos adyacentes donde el turismo progresaba por el sol, por las playas, por el sabor que tenían sus verbenas y por tantas cosas buenas que soñaban desde allí lejos.

Nuestro hombre, según iba escalando posiciones, se abría también paso en los ambientes sociales y con frecuencia era invitado por los próceres que le habían precedido en esa senda del éxito económico o que venían degenerando desde antiguo pero conservando el tinte de viejos blasones. Los derechos de admisión se cifraban en contribuciones para el sostenimiento de instituciones o a favor de obras más o menos benéficas.

Enseguida le llovieron solicitudes en línea con lo que ahora se denomina la responsabilidad social corporativa, que nuestro encumbrado atendió sin rechistar para ser recibido entre los notables de cada localidad. Con todo ese prestigio y todos esos reconocimientos a sus espaldas nuestro prócer decidió dar un paso más y se lanzó al dominio de la aeronáutica con la creación de la compañía Air Madrid.

A ese panal de rica miel también acudieron los periodistas. Por ejemplo, en el caso que nos ocupa un periódico local de esos que se difunden por internet, que sin ningún rebozo ha usurpado un nombre de gran resonancia histórica para anunciarse con el título indebido de Madridiario.es, reunió en el mes de junio pasado un jurado integrado por colegas notorios. Lo integraban, salvo error u omisión, los siguientes: María López de Telemadrid; Susana Rodríguez de Localia; José Cañaveras de Radio Intercontinental; Pilar Cernuda de Fax Press; Martín García Vega de Televisión Española; José Luis Semprún, de La Razón; Pedro Blasco de El Mundo; Arturo Larena de la agencia Efe; Víctor Arribas de Telemadrid; Sara Medialdea, de Abc; Antonio Naranjo del Diario de Alcalá; Ángel del Río de la Cadena COPE; Jesús Frías de Europa Press; Nino Olmeda de Servimedia, y Curro Castillo de Onda Madrid. Todos ellos tenían la encomienda de otorgar el IV Premio Madridiario.es a la Iniciativa Económica 2006 y tras las deliberaciones oportunas el ganador fue Air Madrid.

De manera que, a la altura de junio pasado, cuando ya era de general conocimiento la situación de quiebra empresarial de la compañía, estaban detectadas las deficiencias operativas y era un clamor la disconformidad de los usuarios, los periodistas que siempre andamos reclamando por la negligencia in vigilando de las autoridades competentes, nos reunimos en un jurado de notables y designamos a semejante engendro ganador del premio citado. Sólo faltó que los de la compañía agraciada lo recibieran cantando aquello de nuestros juegos infantiles: 'Muchas gracias, jardinero/ por el gusto que has tenido/ tantas niñas en el corro/ y a mi sola me has cogido'.

Nos faltan datos sobre qué otras candidaturas llegaron a la fase final, sobre cuáles fueron los méritos aducidos a favor de la opción que luego resultó ganadora, sobre si el resultado fue unánime o hubo votos discrepantes, sobre en qué consistía el premio, quién lo entregó, con qué solemnidad se revistió el acto y tantos otros detalles que permitirían evaluar mejor el comportamiento de los colegas.

Otra cuestión interesante es la habitual metamorfosis de nuestros liberales. Siempre coreando aquello de cuanto menos Estado mejor y cuanto menos reglamentaciones más libertad y luego, cuando suceden cosas como las de Air Madrid o el Fórum Filatélico y Afinsa, los primeros en reclamar que vengan los Presupuestos Generales del Estado a pagar el desaguisado. ¿En qué quedamos?

Miguel Ángel Aguilar. Periodista

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