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CincoSentidos

Nuevas estrategias para enseñar a pensar en las escuelas

La forma de enseñar del siglo XX no sirve para el XXI. Aprender a aprender es, para los expertos, clave del cambio

Julián Delgado hizo hace algún tiempo una apuesta ganadora. Discutía con un grupo de amigos sobre los conocimientos que hoy en día tienen los chavales de quince y dieciséis años. Unos dudaban de las anécdotas que les contaba este profesor de instituto, otros asistían a la conversación asombrados. Delgado, jugando con la ventaja de la experiencia, les propuso hacer una prueba.

Al día siguiente llegó a clase con un cuestionario muy simple, se trataba de responder escuetamente quién era Hitler y quién era Franco. Las respuestas no pudieron ser más peregrinas: Franco era, entre otras muchas cosas asombrosas, 'ese hombre que un día entró en el Congreso de los Diputados dando tiros' o 'aquel otro que en una ocasión conquistó Francia'.

Este licenciado en Historia resume el problema en una frase: 'La educación primero fue un privilegio, después se convirtió en un derecho y hoy es una obligación'. Su opinión viene avalada por 20 años de profesión, los últimos en el instituto público de la localidad madrileña de Alpedrete. 'Deberíamos perder el pudor y aceptar que diferenciar no es discriminar, eso sí, dejando siempre abiertas las puertas del sistema educativo', apostilla Rosa Campos, bióloga y profesora del instituto Anselmo Lorenzo de San Martín de la Vega (Madrid).

¿Hasta dónde debe alcanzar la cultura general de los adolescentes? El debate aún no ha concluido, pero en los últimos tiempos los pedagogos han dejado de hablar de materias y se refieren a los contenidos del currículo de secundaria como el conjunto de competencias básicas que los chavales han de haber adquirido cuando se embarcan en ese nuevo ciclo escolar que es el bachillerato. La nueva Ley de Educación refuerza esta estrategia. Los profesores enumeran como herramientas básicas, el hábito de estudio, el saber buscar, organizar y ordenar la información, el aprender a expresarse correctamente por escrito y en público, comprender textos literarios y científicos y adquirir un manejo básico del cálculo y el razonamiento lógico 'que no tienen'.

La frase es de Manuel Armada, arquitecto técnico, coordinador de secundaria y profesor de Tecnología en el madrileño colegio Montserrat, uno de los símbolos de la progresía madrileña en los años ochenta. Para Armada, lo que está sucediendo en secundaria es un misterio, pero se atreve a criticar a los profesores. 'Los chicos vienen encantados al colegio, se lo pasan estupendamente, pero no les interesan las clases magistrales que les damos. Hablamos un idioma que los chavales son incapaces de entender y descifrar, y eso que en nuestro caso son de clase media alta. Aquí no hay problemas de actitud, pero no conectamos. Con la materia prima que tenemos deberíamos sacar más provecho', concluye. Lo dice un profesor que tiene más de 30 alumnos en clase.

Lo mismo le sucede a Juan Cruz, licenciado en Lingüística y maestro en el colegio católico Montpellier: 'Con 10 alumnos todo cambiaría. Entrar en clase es toda una aventura'. El número de horas lectivas y no lectivas que trabajan y la escasa implicación de los padres en el proyecto educativo son, a su juicio, problemas que habría que resolver.

Esta última queja es generalizada. 'Algunos padres pretenden que seamos nosotros quienes enseñemos a sus hijos a comer', asegura Isidoro Pérez, coordinador de Nuevas Tecnologías del colegio privado SEK Ciudalcampo, donde desde hace años se trabaja el llamado sistema Aula Inteligente, con ordenadores en clase y horarios flexibles según las necesidades de los alumnos.

'Los padres parecen estupendos, pero no tienen tiempo para trasmitir valores a sus hijos', dice Julián Delgado desde su experiencia en el sector público. 'Reciben demasiados mensajes contradictorios', afirma Juan Cruz, quien apuesta por el uso del lenguaje audiovisual en el aprendizaje. 'Lo tienen todo, o casi todo, y les cuesta interesarse por algo, pero tienen una enorme agilidad para buscar información y un enorme interés por el lenguaje audiovisual. Debemos aprovechar estas capacidades para despertar su interés', concluye.

Una formación anclada en el pasado

Hablar de liderazgo profesional está de moda. Y el colectivo de profesores de secundaria no podía quedar al margen de las nuevas teorías de gestión. Cada vez más expertos reflexionan sobre la capacidad de los maestros para liderar el proceso de aprendizaje de sus alumnos.Los enseñantes parecen ajenos a este debate. En general, se sienten suficientemente preparados para impartir clase y reconocidos por padres y alumnos. 'En todas las aulas hay objetores, pero eso no mina nuestro entusiasmo hasta el punto de cuestionarnos nuestra valía profesional. Otra cosa muy diferente es la falta de autoridad, pero tampoco la tienen los padres', afirma Julián Delgado. La experiencia de Rosa Campos es más agridulce: 'La educación es una inversión a largo plazo y el mundo actual sólo valora las profesiones en las que los beneficios se obtienen rápidamente'. Y apostilla: 'Nadie se atreve a decir al mecánico como tiene que arreglar su coche, o al cirujano como tiene que operarle. Pero todo el mundo opina sobre educación y en muchas ocasiones, las actuaciones de los profesores son juzgadas por los padres sólo desde la óptica de los hijos'.La psicóloga Esther Robles, directora del Instituto de Enseñanza de la Universidad Camilo José Cela, alerta sobre la responsabilidad que tiene el Estado en épocas de cambio como ésta. 'Muchos profesionales se sienten desbordados porque los chicos exigen nuevas formas de aprendizaje. En España el curso de capacitación (CAP) es mero trámite, en Finlandia, donde todo el sistema pivota sobre la formación del profesorado, cuentan con un programa de 600 horas lectivas', recuerda.'Debemos apostar menos por la especialización y más por el aprendizaje global, como en primaria. A los chicos les cuesta asumir el reto', advierte Manuel Armada.

Competencias básicas

Estas son las competencias básicas que han identificado los expertos como imprescindibles para acceder con éxito al ciclo de Bachillerato y a la Universidad.-Manejar con corrección las materias instrumentales, Matemáticas y Lengua. Saber leer correctamente, no cometer faltas de ortografía, comprender textos literarios y científicos elementales y adquirir cierto gusto por la lectura. La lengua debe ser un instrumento de comunicación con los demás.-Adquirir una cultura muy básica y unos hábitos de estudio y de trabajo que les permitan desarrollar su futura vida profesional o que sienten las bases para unos estudios más avanzados en la Universidad.-Saber buscar, organizar y ordenar la información. Aprender a aprender.-Manejar las nuevas tecnologías y conocer varios idiomas.-Saber trabajar en equipo, aprender a hablar en público y a discutir en un debate. Dialogar respetando el turno de palabra y concluyendo los argumentos.-Tener apertura de miras, sentir empatía hacia el otro, saber ponerse en su lugar. Tener habilidades emocionales.

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