Air Madrid, un modelo a evitar
La respuesta de los responsables de Air Madrid, acusando a Fomento de desencadenar la crisis de la empresa, sería sólo un chiste de mal gusto si no se tratara de un asunto muy grave, que afecta a miles de usuarios y trabajadores. La empresa ha dado sobradas muestras de deficiencias en el servicio, falta de organización y previsión y notables carencias de gestión, y ha sido advertida por Fomento repetidamente y durante meses por sus incumplimientos -incluso en aspectos que atañen a la seguridad-. No puede pretender ocultarse en la niebla de que las advertencias públicas de Fomento han acabado con su actividad. La responsable de la crisis de Air Madrid es Air Madrid -su dirección- y su estrategia de crecimiento desaforado, de la que el mundo empresarial tiene tan abundantes como desgraciados ejemplos.
Fomento también ha errado. Su misión no es desaconsejar que se vuele en determinada compañía, ni insinuarlo. Una advertencia así de la Administración es plomo en las alas de cualquier empresa, y más en el transporte aéreo, donde es esencial el componente de seguridad. El ministerio debió actuar con más celeridad, usar medios preventivos de los que le dota la ley -como sanciones importantes-, y sólo de no surtir éstos efecto, obrar en consecuencia. Pero teniendo en cuenta el calendario. Dejar que la crisis entrase de pleno en el periodo navideño es un error de cálculo.
Desde estas páginas siempre hemos criticado con dureza el intervencionismo, pero éste no se debe confundir con la buena regulación. Y en los sectores liberalizados, al contrario de lo que se pueda creer, es donde la vigilancia y la eficacia del regulador ha de ser más intensa. Sólo así los usuarios sabrán a qué atenerse.
Lo que parece claro es que esta crisis pone en entredicho el modelo Air Madrid, pero no el del bajo coste -en el transporte aéreo y en el turismo-, donde hay empresas que han demostrado cómo hacer bien las cosas. Y recuerda además que es un modelo con los márgenes muy ajustados en un mercado muy competitivo, lo que exige excelencia en la gestión para sobrevivir.