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Crónica de Manhattan

La vía china del taichi

La calle Mulberry fue el epicentro de la comunidad italiana en Manhattan. Hoy solo quedan restaurantes de esta nacionalidad en un corto tramo. El resto es China Town y su crecimiento es imparable. La actividad es frenética. A las 8.00 de la mañana, casi todo está abierto y se respira un intenso ritmo de trabajo. China parece ser así.

La calle empieza en un parque donde el bullicio se detiene y el tiempo transcurre más despacio. Al ritmo de las decenas de personas mayores chinas que empiezan el día haciendo taichi. Esta es una disciplina cuyo fin es hacer consciente a quien lo practica de su propio equilibrio y lo que le afecta además de ver lo mismo en los demás. Esta forma de meditación mediante el movimiento lento del cuerpo también es muy china.

Mulberry es un microcosmos en América. El frenesí de actividad que ha ayudado a convertir a China en un gigante en un mundo globalizado es algo que tiene muy alerta a EE UU. La lentitud con la que observan y meditan sobre su equilibrio exaspera a Washington.

Pekín tiene su divisa, el yuan, pegado al dólar, y desde julio de 2005 la deja fluctuar en el mercado pero en una estrecha banda. Los economistas creen que la moneda está infravalorada entre un 15% y un 40% y eso, entre otras cosas, convierte al país en una potencia exportadora.

Es una competitividad que no está basada en las leyes del mercado y en EE UU dicen que la ventaja de su segundo socio comercial es injusta y agrava su déficit comercial. Se prevé que este año el déficit con China sea de 240.000 millones de dólares.

Con el fin de hacer ver, una vez más, a las autoridades chinas que deben dejar flotar libremente el yuan, el secretario del Tesoro, Henry Paulson, organizó una visita a Pekín del gabinete económico de George Bush. El presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, se unió a la comitiva que estuvo en China dos días la semana pasada.

Allí, Bernanke corrigió a tiempo la que podría haber sido una metedura de pata. En su discurso preparado, decía que el yuan estaba artificialmente infravalorado y esto era un 'subsidio'. Son palabras con consecuencias que oficialmente no han pronunciado nunca las autoridades. El presidente de la Fed las cambió según hablaba.

El viaje puso a prueba una de las credenciales de más peso de Paulson. Como primer responsable de Goldman Sachs, viajó intensamente por China y desarrolló una extensa red de contactos. Pero el mundo de los negocios es distinto al de los ministerios donde la reflexión interior que impone el taichi parece ser la vía. Así las cosas, Paulson ha dado pocos pasos tangibles.

Y es que por mucho que se presione, la meditada reflexión que hacen las autoridades chinas es que dejar flotar al yuan debilitará a su economía basada en la exportación y no en el consumo interno. La vicepresidenta, Wu Yi, afirmaba que hay mucho desconocimiento de esta realidad. El equilibrio chino es aún precario y muchas empresas que emplean a la naciente clase media tienen márgenes ajustados. Los chinos dejarán flotar el yuan pero no hay fecha.

En Washington queda poca paciencia para esta aproximación gradual y reflexiva. Los demócratas, futura mayoría en el Congreso, han presionado por una línea más dura con China aunque todavía no han cumplido sus amenazas.

Paulson sabe que ya hay prisa. De momento, ha quedado en seguir la reflexión bilateral. La próxima cita es en mayo en Washington.

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