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Tribuna
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Fortaleza y amenazas de la economía española

En los últimos días la economía española ha vuelto a ser protagonista de buenas noticias. Primero conocimos la moderación de la inflación que no por esperada -dada la evolución del precio del crudo- dejó de alegrar a los analistas, expertos y responsables económicos. A continuación, los datos empresariales correspondientes al mes de octubre revelan una revitalización de la actividad económica que, de persistir en noviembre y diciembre, determinarán que el año 2006 sea un buen ejercicio para nuestra economía.

En efecto, la actividad de las denominadas grandes empresas -sociedades cuya facturación supera los seis millones de euros- constituye un buen indicador de la actividad empresarial global, toda vez que si bien el número de grandes empresas representa tan sólo el 1% del censo empresarial, por el contrario sus ventas explican dos tercios de las ventas empresariales totales. Pues bien, en el mes de octubre las ventas de las citadas grandes empresas han crecido un 10,2% respecto al mismo mes del ejercicio pasado. De ese modo, se ha salido de la relativa ralentización que caracterizó al crecimiento de las ventas en los dos trimestres inmediatamente anteriores, con crecimientos ligeramente superiores al 7% sobre los mismos periodos de 2005. Aun estando todavía lejos del comportamiento habido en el primer trimestre del año -un 13% de incremento sobre el año anterior-, el dato correspondiente a octubre es ciertamente positivo. Por sectores, han sido la industria y la construcción -con crecimientos del 14,7% y del 13%, respectivamente- los principales culpables del repunte.

En lo que concierne al empleo, el número de empleados de las empresas consideradas ha crecido en octubre a un ritmo del 3,6% -siempre en comparación al mismo periodo de 2005-, quebrándose así la línea descendente que caracterizaba su evolución en 2006 -el 3,8% en el primer trimestre, 3,6% en el segundo, 3,2% en el tercero-. En este apartado, en consonancia con la tendencia seguida en todo el ejercicio, han vuelto a ser la construcción -5,4%- y el sector servicios -4,5%- los que más han contribuido al citado aumento, en tanto que las grandes empresas del sector industrial mantienen la línea de leve descenso en su número de empleados.

El envejecimiento de la población y las incertidumbres del fenómeno migratorio constituyen riesgos evidentes

En su conjunto, los datos expuestos -reducción de las tensiones inflacionistas, expansión de los ingresos empresariales, crecimiento sostenido del empleo- configuran un escenario más que positivo de nuestra economía, escenario que se prolonga ya más de 10 años en lo que constituye el ciclo expansivo más dilatado de su historia.

Sin duda son varias las causas que lo explican. Entre las más importantes podemos citar nuestra pertenencia a la zona euro, el proceso inmigratorio de los últimos años, las reformas estructurales acometidas (liberalización, privatizaciones, cambios tributarios), o el saneamiento de las cuentas públicas (eliminación del déficit público, reducción de nuestro endeudamiento).

El efecto combinado de todos estos hechos ha determinado que la economía española haya adquirido una solidez que le está permitiendo sortear sin demasiados problemas los periodos de petróleo caro o los repuntes del tipo de interés. Recordemos que anteriormente las crisis que padecíamos, la última en 1992-1993, se caracterizaban porque a las primeras dificultades empresariales les sucedía una cascada creciente de suspensiones de pagos y quiebras que acababan por generar ingentes pérdidas de empleo y un crecimiento del entonces crónico déficit público. Ningún parecido con los periodos de cierta atonía en la actividad económica sucedidos desde entonces, 2001-2002 y 2004-2005. Es cierto que, como se dice en Argentina respecto de la macroeconomía, 'nadie tiene la vaca atada', pero resulta indudable que hoy nuestra economía dispone de una capacidad admirable para amortiguar imputs negativos y generar reacciones adecuadas ante los mismos.

Sin embargo, no podemos ignorar que sobre el escenario descrito existen determinadas amenazas, tanto en el medio como en el corto plazo. En efecto, a medio plazo la evolución de determinadas variables demográficas puede ensombrecer el futuro de nuestra economía, pues tanto el progresivo envejecimiento de la población como las incertidumbres vinculadas al fenómeno migratorio constituyen riesgos económicos evidentes.

Por su parte, en el corto plazo la economía española se encuentra seriamente amenazada por la variable política, con dos riesgos evidentes y graves. Por un lado, el riesgo de fraccionamiento del mercado derivado de la multiplicación dispersora de órganos de regulación y control que genera el actual proceso constituyente que vivimos. Por otro, el riesgo de desmoronamiento social y moral en el que puede acabar desembocando el desarrollo del incorrectamente denominado proceso de paz.

Ignacio Ruiz-Jarabo Colomer. Ex presidente de la SEPI y consejero de Copisa y de Elduayen Fotovoltaica

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