De compras por Europa
Mientras que nada gusta más a los estadounidenses que ir de tiendas, los europeos prefieren mantener su dinero a salvo en el banco. En los últimos años, los consumidores de EE UU (y me atrevería a decir que los del Reino Unido) han seguido gastando, sin reparos a la hora de reducir sus ahorros y confiar en el futuro para sacarlos de sus deudas. Claramente, los norteamericanos son optimistas. Los europeos -por el contrario- son pesimistas: después de todo, con la recesión siempre a la vuelta de la esquina, en apariencia, seguramente será mejor ahorrar que gastar Este contraste en el comportamiento de los consumidores es una de las razones clave por las que el crecimiento económico europeo en términos reales se ha mantenido por debajo del estadounidense ¡durante 44 de los 50 últimos trimestres! No obstante, tras dos años de predicciones (erróneas) de recuperación del gasto del consumidor, pensamos que por fin le ha llegado el momento.
Los datos macroeconómicos de toda Europa muestran signos de cambio. Los niveles de desempleo han disminuido y, lo que probablemente es más importante, también lo ha hecho el temor a este fenómeno. El crecimiento del PIB está cobrando vigor y el cambio político en una serie de países (Suecia, Austria, Francia) debería inducir un factor de optimismo. Sin embargo, el panorama presenta un equilibrio delicado, pues es probable que cualquier incremento de la inflación o de las tensiones geopolíticas mundiales eche por tierra la emergente recuperación del consumo en Europa.
Alemania sigue siendo un mercado difícil de acometer, pues el crecimiento de los salarios se ha quedado por debajo de lo esperado y no se han producido incrementos significativos de los precios de la vivienda en los que apoyarse, a diferencia de lo ocurrido en EE UU y Reino Unido. Asimismo, la imagen se ve distorsionada por el efecto excepcional del Mundial de fútbol celebrado en junio y julio y por la propuesta de aumento del IVA a partir de enero de 2007. Además de los datos macroeconómicos, igual importancia reviste el hecho de que, en general, las empresas relacionadas con el consumidor estén anunciando noticias positivas; por ejemplo, sociedades importantes como Carrefour y Ahold indican un claro fortalecimiento de la actividad en sus principales mercados europeos.
De modo que el panorama presenta un equilibrio delicado. Aunque estamos decepcionados de lo poco que se ha movido el consumidor, nos situamos prácticamente en el lado optimista, pues nos parece que las fuerzas de cambio positivo deberían superar los vientos en contra.
¿Cómo reaccionarán los inversores? Se perciben ya signos claros de rotación de sectores: la realización de beneficios ha empujado a la baja las acciones petroleras y de materias primas, las empresas de bienes de capital pueden estar llegando al final de su ciclo y los servicios públicos han vivido un incremento excesivo. Esto nos deja las acciones de financieras, empresas de telecomunicaciones y, por supuesto, de productos de consumo. Aunque estas últimas acciones parecen las más caras actualmente, pues cotizan muy por encima de la media del mercado, si la recuperación del gasto de consumidor se produjera finalmente, sus valoraciones resultarán más atractivas conforme empiecen a aumentar las ganancias y disminuya significativamente la relación precio-beneficios.
Si el pesimismo se convierte en optimismo, bien podría suceder que sean los supermercados y no las empresas petroleras o de recursos las que lideren a los ganadores en el próximo periodo.
Olaf Siedler. Gestor de fondos de Schroder Investment Management. Las opiniones aquí expresadas son del autor y no representan necesariamente las de Schroder