El gran reto de la internacionalización
Si tuviéramos que destacar dos factores clave en el desarrollo del sector financiero español, necesariamente tendríamos que hacer referencia a la internacionalización de los dos grandes bancos y a la expansión de las cajas de ahorros en todo el territorio nacional.
El proceso de liberalización que comenzara a finales de la década de los ochenta permitió a las cajas de ahorros adoptar estrategias de crecimiento y desterritorialización sin precedente, con la consiguiente disminución gradual de las ventajas derivadas de la concentración de la actividad en el mercado de origen. Todo ello en un entorno donde se multiplicaron los competidores en los mercados locales, con la consiguiente pérdida de poder de las cajas de ahorros en sus mercados de origen.
A pesar de que la pérdida de rentas de situación asociada a estas estrategias se esgrimió en algunos casos como argumento para vaticinar un escenario en el que las cajas tendrían dificultades de adaptación, la realidad ha sido radicalmente opuesta. En dicho periodo, el sector de cajas de ahorros ha mejorado en 10 puntos su ratio de eficiencia, incrementando al mismo tiempo su cuota de mercado en casi 20 puntos porcentuales, lo que ha supuesto un aumento significativo de la competencia en el mercado bancario español.
Precisamente esas ganancias de eficiencia han permitido que las entidades compaginaran un crecimiento significativo de la rentabilidad de los recursos propios, con una traslación de gran parte del excedente generado a los prestatarios y depositantes -vía márgenes de activo y pasivo-.
Estas estrategias, lógicamente, han estado impulsadas y condicionadas por la histórica evolución del ciclo económico español y por unos costes de financiación extraordinariamente reducidos. En dicho contexto, no resulta extraño que la inversión crediticia creciera a una tasa media 10 puntos superior a la del PIB nominal de la economía, y que las cajas aprovecharan dicho dinamismo para salir fuera de su mercado local y ganar cuota a los principales bancos, inmersos en procesos de consolidación e internacionalización.
Pero el entorno al que se enfrenta el sector financiero durante los próximos años va a estar condicionado por dos factores que necesariamente requerirán un replanteamiento estratégico: la desaceleración de la actividad inmobiliaria y el cambio en la composición del crecimiento del PIB. Estas dos grandes tendencias determinarán las necesidades y preferencias de la demanda, condicionando las estrategias de crecimiento del sector financiero.
Si durante los últimos 15 años las estrategias estuvieron condicionadas por la ganancia de cuota crediticia asociada al dinamismo del sector inmobiliario, en este nuevo contexto será necesario adoptar estrategias que permitan una mayor diversificación, tanto geográfica como sectorial. El cambio en la composición del crecimiento de la economía unido a la escasa cuota que las cajas -en conjunto- tienen en el negocio con pymes, requiere un replanteamiento estratégico para potenciar no ya sólo la actividad crediticia, sino también la financiación vía toma de posiciones en el capital de empresas innovadoras.
Pero el gran reto de las cajas de ahorros será la internacionalización de su actividad. Más allá de la apertura de oficinas de representación por parte de algunas cajas, la internacionalización de la actividad bancaria plenamente operativa ha sido una tarea desarrollada casi exclusivamente por los dos principales bancos. Sin embargo, en un entorno caracterizado por la moderación en los ritmos de crecimiento, y una vez asentados y digeridos los procesos de expansión nacional, parece razonable plantear la internacionalización de la actividad como uno de los grandes retos. No sólo porque permitirá obtener los beneficios asociados a la generación de economías de escala propios de esta tipología de estrategias, en mercados poco bancarizados y con gran potencial de crecimiento, sino porque las cajas podrían poner en valor las cualidades que les ha permitido competir, y ganar cuota a la gran banca en España, entrando en el nicho de la banca minorista de otros mercados.
De esta forma, las cajas podrían competir en igualdad de condiciones con la banca española, evitando que se pudieran producir situaciones extremas en las que, por ejemplo, la alta rentabilidad en algunos países pudiera utilizarse para subvencionar actividades más competitivas en el mercado español.
Y en dicho contexto, resulta razonable que la prudencia supervisora establezca los mecanismos oportunos para evitar que estas estrategias pudieran llegar a tener efectos negativos, no ya sólo en las entidades sino en el conjunto del sistema, especialmente si los procesos de internacionalización van asociados a estrategias de crecimiento no orgánico.
Junto a los requisitos en términos de herramientas, procedimientos, organización, gobierno corporativo, etcétera, destaca especialmente la necesidad de contar con los recursos propios necesarios que, dada la imposibilidad de ampliar capital por parte de las cajas, dependería en gran medida de la emisión de los instrumentos actualmente existentes para ello y que todavía no han sido utilizados: cuotas participativas.
Pero la bondad de utilizar esta tipología de instrumentos no se basa únicamente en la generación de recursos propios, sino en poder reflejar mediante su cotización en el mercado, los aciertos (o desaciertos) de la gestión realizada.
Alfonso García Mora. Socio de Analistas Financieros Internacionales (AFI)