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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Por la vía del crecimiento

Según los datos del tercer trimestre publicados ayer por el INE, y a la vista de las previsiones para el cuarto, la economía española cerrará en 2006 su decimotercer año consecutivo de crecimiento, y lo hará con un aumento del PIB cercano al 4%, creando de 700.000 empleos y con un superávit fiscal del 1,5% del PIB. A la vez, el IPC y el enorme déficit comercial parecen encaminarse por fin por la senda de la moderación. También la alicaída productividad ha repuntado el tercer trimestre.

Son datos cuantitativamente espléndidos, y para sí los quisiera cualquiera de nuestros socios. España se ha convertido en una locomotora europea, sobre todo en creación de empleo, algo inédito en la historia.

El enfoque varía al fijarse en la calidad de los datos. El crecimiento es firme, pero sigue desequilibrado a favor de la demanda interna y la construcción, y carente de pujanza exterior. Por eso es más destacable la vigorosa inversión en bienes de equipo, con un crecimiento medio los ocho últimos trimestres que supera el 9% (9,5% entre julio y septiembre). Inversión y sector exterior han acelerado el crecimiento de la economía hasta el actual 3,8%, la mayor tasa desde 2001. La mala noticia es que la menor aportación negativa del sector exterior es más bien por un reequilibrio entre importaciones y exportaciones: ambas se desaceleran.

Esta misma semana los expertos de The Economist reconocieron el 'milagro laboral' español, pero presentaron ante el presidente del Gobierno un panorama de debilidades: inflación recurrente superior a la media europea, productividad permanentemente menor que los países del entorno, el endeudamiento de las familias más alto de la UE y, por ello, mayor exposición a las subidas de tipos... Todo ello lleva al prestigioso semanario a cuantificar en el 30% el riesgo de una crisis económica en España. Es cierto que esos problemas, y otros, existen. Pero un buen diagnóstico no hace infalible un pronóstico. Sin embargo, la pregunta que no deben dejar de formularse las autoridades económicas es si están haciendo todo lo posible para corregir los desequilibrios y hacer robusto y duradero este crecimiento y, por tanto, mejorar la competitividad. Es la mejor forma de aprovechar la larga bonanza.

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