Crecimiento y selección de valores
Las perspectivas de inversión después de un año que se perfila para cerrarse con una rentabilidad de más del 30% son complicadas. Si uno se pone el traje optimista se puede achacar, sin temor a equivocarse, un ofuscamiento visual producto de cuatro años de Bolsa buenos. Por el contrario, asumir las tesis más prudentes y prever un 2007 plano expone al inversor al mal sabor de boca que queda cuando todos los demás se hacen ricos.
En este contexto, los profesionales suelen apostar por la selección de valores. Un mantra, de todas formas, habitual entre los profesionales de la inversión, probablemente también debido a que tendrán que justificar de alguna forma sus horas de trabajo. Pero es una recomendación que sí conviene seguir a rajatabla en este momento.
Precisamente esta etapa, más madura, del ciclo bursátil es la más propicia para la selección de valores. Desde que los mercados tocasen los mínimos, allá por 2003, las Bolsas internacionales han cabalgado espoleadas por el crecimiento de los beneficios, por unas valoraciones muy bajas y porque el pánico ha sido sustituido por la confianza.
En este contexto, tanto las subidas de precio como las mejoras de resultado suelen ser generalizadas. Al fin y al cabo, todo porque parte de un punto muy bajo. Y sube más o menos hasta que las cosas se equilibran. Sin embargo, llega un punto en el que las cuentas y los inversores se vuelven más exigentes. Simplemente por una cuestión estadística; cuando el ciclo está maduro la comparativa con el año anterior es más dura. Unas empresas crecen más que otras, y esta diferencia de crecimiento se paga bien en la Bolsa, pues el crecimiento empieza a escasear.
Probablemente haya llegado el punto en el que lo importante es saber elegir. Según Credit Suisse, la dispersión del PER en la Bolsa, la diferencia entre las empresas más baratas y más caras, está en mínimos.