Directivos y políticos a la hora de rendir cuentas
El reciente resultado electoral en Estados Unidos, con mayoría demócrata en la Cámara de Representantes, en el Senado y en los gobernadores de Estado, cierra una etapa en la que George Bush, Tony Blair y José María Aznar, componentes del llamado trío de las Azores, han seguido caminos parecidos. Cada uno de ellos ha vivido en propia carne cómo los ciudadanos, o hasta su propio partido, les retiraban la confianza.
Tanto en el mundo de las organizaciones como en el de la política y, en general, en la vida, todos tenemos que dar cuentas de nuestros actos ante alguien: el consejo, el país o la sociedad, además de ante nosotros mismos. Como se suele decir, es el tiempo, y también los ciudadanos, quienes al final, de forma implacable, colocan a cada uno en el lugar que le corresponde. Se puede engañar a una persona, o a un grupo, durante algún tiempo, pero no a un país o a todos siempre, como decía Abraham Lincoln.
A título de una supuesta evaluación del desempeño de cada uno de estos tres políticos, enumeramos una serie de comportamientos, por cierto nada airosos, que probablemente son los que les han hecho converger en sus destinos. La relación no es exhaustiva, y el lector que tenga la paciencia de seguir, quizás pueda añadir alguno más, favorable o desfavorable.
Como ejercicio mental, dejamos abierto a cuál de los tres evaluados corresponde, en mayor o menor grado, cada uno de los comportamientos, y pedimos disculpas por el carácter un tanto lapidario y bíblico con que aparecen.
l Quienes se erigen en defensores del bien, de la verdad y de la justicia, y son sus primeros detractores.
l Quienes provocan y generan guerras injustas en su propio beneficio, destruyendo personas, familias, hogares y principios democráticos.
l Quienes se burlan de las instituciones legales internacionales y en su lugar implantan la ley del más fuerte.
l Quienes inventan pruebas, argumentos falsos y mentiras para iniciar una guerra y posteriormente se desdicen de ellas, culpando a sus servidores.
l Quienes reconocen como falsos los motivos por los que iniciaron la guerra, admitiendo que conocían su falsedad.
l Quienes elegidos por sus conciudadanos para mejorar la educación, sanidad y servicios públicos responden enviándoles a una guerra injusta iniciada por ellos.
l Quienes bombardean y matan a miles de inocentes, demuelen sus hogares y su país y aparentan reconstruir lo que han destruido, cobrándose con los recursos, como botín de guerra.
l Quienes se alían servilmente con el poderoso, olvidando los principios de ética, libertad y democracia, desoyendo a sus ciudadanos, mintiéndoles y ocultando la verdad.
l Quienes explotan y fomentan el miedo de sus ciudadanos, buscando enemigos y llevando a su país de guerra en guerra, en beneficio de sus propios intereses, empresas o fines económicos.
l Quienes tratan el honor y los principios éticos de otros como mercancía de trueque y los compran con dinero y prebendas.
l Quienes demonizan, atacan y ofenden a todo aquel que les confronta y les recuerda sus desmanes.
l Quienes en su 'guerra' contra el terrorismo lo acrecientan con su terrorismo de Estado y 'efectos colaterales', matando a inocentes, sembrando odio, torturando y humillando a seres sin esperanza, futuros terroristas.
l Quienes, sin reparar en medio alguno para lograr sus fines, aplican criterios y raseros distintos, según el momento y caso que les conviene.
l Quienes, a pesar de la evidencia de los hechos, siguen aferrados a las mentiras con que trataron de engañar a sus ciudadanos, que por ello les retiraron su confianza.
l Quienes en su abuso del poder practican la tortura como método de interrogatorio, ignorando derechos humanos, Convención de Ginebra y tradición democrática del país que les ha elegido.
l Quienes subordinan los intereses del país y del Estado a los suyos partidarios.
Descubren un día que 'no hay mentira, falsedad o injusticia, por profundas que se oculten, que al final no broten y aparezcan a la luz de la verdad' (Eclesiastés). Tarde o temprano rinden cuentas, saldan su deuda, y ven caer sobre ellos todo el peso de la ley y la justicia de sus ciudadanos.
José Medina. Presidente de Ray & Berndtson