Sociedad y economía en libertad
Uno de los principales referentes económicos menos comprendidos es el beneficio mutuo, o sea que en una relación de intercambio libre y voluntario ambas partes siempre salen beneficiadas. Si se realiza un intercambio con plena libertad, donde ambas partes actúan voluntariamente, el resultado necesariamente es que todos salen ganando. Por tanto, no es cierto que en el mercado libre, unos pocos ganen mientras todos los demás pierden, eso sólo sucede en relaciones donde la coerción se impone.
Ahora bien, en una sociedad de personas libres y responsables, es decir, en una sociedad en libertad bajo un Estado de derecho, solamente aquellos que mejor satisfacen los derechos de los demás se benefician a sí mismos y quienes más ganan son quienes contribuyen mejor sirviendo a los demás.
En una sociedad de este tipo, la libertad y los actos voluntarios rigen el intercambio y las relaciones entre las personas, bajo principios básicos y fundamentales como el respeto a la vida, la libertad y la propiedad. Todos los ciudadanos deben reconocer estos principios y su aplicabilidad, mientras que quienes no quieran obtener sus beneficios cooperando, con lealtad, en la sociedad son sometidos al orden.
Me refiero, lógicamente, a los que no respetan los contratos que han suscrito, quienes cometen fraudes y quieren conseguir beneficios a costa del derecho de los demás.
Gran cantidad de países están muy lejos de alcanzar un pleno Estado de derecho, donde la persuasión en lugar de la coerción determina las relaciones de intercambio. No me refiero sólo a actividades fraudulentas como robos, expoliaciones, extorsiones, asaltos, secuestros y asesinatos. Me refiero más bien a las imposiciones legales que los Gobiernos utilizan para beneficiar a ciertos grupos a expensas de otros o del resto de los ciudadanos. Es en tales casos cuando de manera invariable aparecen muy pocos ganadores y muchos perdedores. Un ejemplo son las protecciones arancelarias o cualquier otra barrera que intente eliminar la competencia del exterior, encareciendo los productos que consumen los ciudadanos del país. Los aranceles son actos coercitivos impuestos por una ley bajo la cual todo producto importado sujeto al arancel debe pagar un impuesto de importación. Algo similar sucede con los otros tipos de barreras técnicas de entrada.
En resumen, el consumidor ve restringida así su oportunidad de escoger dónde y qué comprar. Las empresas nacionales operan entonces con menos competencia y aunque ello beneficie a sus dueños y trabajadores, causan mayores costes y la caída del nivel de vida de la población entera.
Los puestos de trabajo creados en empresas protegidas no tienen en cuenta la pérdida de los consumidores ni los puestos en otros trabajos que no se dan en otros sectores de la economía nacional.
Estas sociedades se llaman mercantilistas. También existe coerción en muchos países donde el Gobierno incumple su función primordial de mantener la seguridad y administración de justicia. Cada privilegio que la ley otorga a determinados grupos o sectores a costa del resto de la sociedad implica una relación donde unos pocos ganan y la mayoría sale perdiendo, en casos como las subvenciones, impuestos específicos a ciertos productos, etcétera. La mejor sociedad es donde menos coerción e impuestos se aplican a los ciudadanos. El resto lo hacen los ciudadanos libres en una relación entre sí gana-gana.
Guillermo de León Profesor de Economía Financiera de la Universidad Antonio de Nebrija