A los empresarios no les asustan los demócratas
El senador George Allen, de Virginia, admitió ayer su derrota por Jim Webb, algo que da la mayoría del Senado a los demócratas y, por tanto, el control total del Congreso. Pese a la contundente victoria de este partido, su mensaje y el de la Casa Blanca de conciliación tranquiliza a los empresarios que no parecen asustados por el nuevo paisaje político. Y eso, a pesar de que los demócratas tienen la reputación de intervencionistas, amigos de los altos impuestos y los sindicatos y enemigos del libre comercio. En parte, esta reputación les viene por el fuerte contraste con las políticas impulsadas por los republicanos, normalmente más próximas a sus intereses.
Harold McGraw, presidente de The Business Roundtable, celebraba ayer que se hable de bipartidismo. Esta patronal, la mayor del país, publicaba un anuncio en varios diarios en el que se leía: 'El mundo real no es rojo ni azul', en referencia a los colores de cada partidos.
Al empresariado, consciente de las divisiones dentro del partido demócrata, les suena bien que ambas partes avancen hacia el centro. Aunque en Wall Street gusten las parálisis, por la menor regulación, muchos temen que éste sea un momento inoportuno por la emergencia de China y porque el Estado está débil para afrontar la jubilación de los baby boomers.
Los empresarios quieren acciones para recortar el déficit, dar entrada a trabajadores extranjeros (cualificados y no), mejorar la educación y están, en general, algo más abiertos a medidas a favor del medio ambiente. Lo que más desean es una política de libre comercio.
Los demócratas tienen una agenda más proteccionista, quieren gravar fiscalmente el outsourcing en el extranjero y son menos pacientes con China. Los empresarios esperan que eso sea negociable.
McGraw se felicitaba ayer de que los ganadores de las elecciones no quieran acabar de un plumazo con los recortes fiscales y quitaba hierro al gravamen que puede imponer la subida del salario mínimo. En Wall Street son optimistas con la posible reforma de la ley Sarbanes-Oxley porque algunos demócratas creen que es muy estricta aunque también opinan que hay que controlar el salario de los ejecutivos.
No obstante, las empresas farmacéuticas tienen ahora el viento de cara, porque se querrán negociar precios, y las petroleras y otras como Halliburton serán más escrutadas por el Congreso.
Mayor caída del déficit comercial desde 2001
El déficit comercial se redujo en septiembre un 6,8% en tasa interanual, hasta alcanzar los 64.300 millones de euros. Con este descenso de 4.700 millones de euros, el déficit comercial registró la mayor caída desde febrero de 2001, solamente un mes después de que hubiera alcanzado un máximo histórico de 69.000 millones de euros.Este rebote del indicador se ha producido, según el departamento de Comercio, por la caída del barril de petróleo, que tras alcanzar máximos históricos a principios de agosto, ha caído 3,60 dólares por barril en septiembre hasta llegar a los 62,52 dólares de media durante ese mes. El menor precio que se paga por el petróleo se ha dejado sentir también en la factura petrolífera, que se redujo un 10,5% en septiembre.El déficit comercial con China siguió creciendo en septiembre y ya representa más de una tercera parte del total (23.000 millones de dólares).