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Columna
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El prestigio del fracaso

En vísperas de la Cumbre Iberoamericana de Montevideo, al comparecer ante el XII Foro Eurolatinoamericano de Comunicación reunido en la misma capital de Uruguay, José Juan Ruiz, uno de los mejores expertos del grupo Santander en América Latina, sostenía que en estos momentos se dan en el continente las mejores condiciones macroeconómicas jamás registradas en las últimas cuatro décadas.

En su intervención, seguida con gran interés por más de 70 periodistas de 15 países, que se produjo durante la última sesión dedicada al análisis de las mejoras y de los ritmos de la economía latinoamericana, José Juan Ruiz pasó revista a la evolución favorable de algunas variables, como el crecimiento, la inflación, el superávit por cuenta corriente y el superávit fiscal. Siempre se refirió a la región como a un conjunto heterogéneo que incluye países de éxito y de fracaso.

En su ponencia, subrayó que para los inversores internacionales los países fundamentales a considerar son México, Brasil y Chile. Dijo después que todos los países de América Latina están creciendo y que el objetivo sería que abandonaran el anclaje que algunos se empeñan en privilegiar en el malditismo. Ahora las relaciones de intercambio son muy favorables para la región al duplicarse los precios de los recursos naturales desde 2001. Explicó que se ha pasado de los problemas para hacer frente al pago de la deuda al Fondo Monetario Internacional (FMI) a la decisión de un número creciente de países de adelantar los pagos respecto de los plazos de su vencimiento.

Otro de los expertos presentes en el foro señaló que de persistir esa tendencia podría obligar a ese FMI que tantas reestructuraciones ha recomendado a plantearse su propia remodelación por pérdida de clientes y de volumen de actividad. Si así fuera al señor Rato le habría llegado ahora su turno.

Entre los datos manejados llamaba la atención que hace años el montante de la deuda fuera cinco veces mayor que el volumen de las exportaciones mientras que ahora ambas magnitudes se encuentran igualadas. A los ponentes de la última jornada -entre los que se encontraban Horst Grebe, ex ministro de Desarrollo Económico de Bolivia; Raúl Ferro, director de Contenidos de Business News Americas, y Joaquín Estefanía- les pareció sorprendente el papanatismo que se observa en muchos círculos a propósito del proceso de desarrollo en China mientras pasa inadvertida la falta de pautas democráticas a las que en franco contraste se atiene ahora América Latina.

Para Enrique García, presidente de la Corporación Andina de Fomento (CAF), los deberes cumplidos por la región han de ponerse en comparación con los ritmos de mejora de la competitividad en otras áreas geográficas para evitar la complacencia y el triunfalismo, y además conviene cuestionar la idea de que la actual coyuntura favorable se mantendrá indefinidamente.

Hubo también un pasaje por otros lugares, como el del umbral de la pobreza por debajo del cual se sitúa el 40% de la población, aunque esa proporción empieza a descender. Dijo Joaquín Estefanía que los pobres de América Latina son como en las demás regiones pero sucede que los ricos sin embargo lo son de manera mucho más explosiva.

Quedó claro que la integración regional puede ser un motor muy poderoso, que en absoluto es un lujo sino una necesidad. También hubo coincidencia en señalar el fin de los paradigmas cerrados y en la necesidad de emprender reformas fiscales tanto por lo que se refiere al ingreso como al gasto.

En todo caso, pareció a los convocados en Montevideo que una de las mayores urgencias es la de ahuyentar la aureola de prestigio de la que en América Latina goza el fracaso. Veremos si en la capital del Mercosur se rompe el maleficio.

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