La crisis del sexo masculino ocupa al Banco Mundial
La crisis de identidad masculina es objeto de debate en un foro inusual: el Banco Mundial, que aborda por primera vez el tema en una publicación. Hasta ahora, el organismo con sede en Washington se había concentrado en ayudar a resolver los problemas de las mujeres en los países pobres, pero María Correia, coautora del libro 'La otra mitad del género', junto con el economista Ian Bannon, dice que hay que prestar más atención a los hombres.
'Siempre ha existido la percepción de que la sociedad beneficia al hombre, pero lo que vemos ahora es que le perjudica', declara Correia, quien insiste en que ayudar a los hombres a lidiar con los desafíos propios de su género contribuirá a resolver parte de problemas como el crimen urbano, el sida y los conflictos bélicos.
En la obra, Correia y Bannon sostienen que la globalización, los cambios económicos y la pobreza han erosionado el rol tradicional de los hombres como proveedores de sustento económico y los han llevado a afirmar su masculinidad en formas destructivas.
La experta de origen canadiense pone como ejemplo el caso del genocidio en Ruanda, en el que murieron alrededor de un millón de tutsis y hutus moderados a manos de milicias extremistas hutus en un periodo de 100 días, entre abril y julio de 1994. 'El acceso a la tierra en las áreas rurales de Ruanda era muy escaso antes de la masacre, y la pobreza enorme', señala la autora del libro publicado esta semana, en el que se apunta que la mayoría de los hombres de esas comunidades 'estaban atrapados en un círculo sin salida, ya que para casarse necesitaban tierras'. Eso permitió, según la empleada del Banco Mundial, que los instigadores del genocidio encontrasen un caldo de cultivo perfecto.
La sociedad dicta que el hombre debe de ser fuerte, independiente económicamente y jefe de familia. 'Imagínate la crisis de identidad que tienen en países destruidos o en economías pobres', insiste. Esa incapacidad para encontrar una forma de vida digna afecta a la autoestima masculina y puede llevar a los hombres a recurrir a la violencia contra mujeres y niños, advierte el libro. Otro peligro es que decidan participar en grupos pandilleros o sucumban a la tentación del narcotráfico, en un intento por ganar dinero y reconocimiento social.
Ese tipo de situaciones se observan, según Correia, en las grandes áreas urbanas de Latinoamérica, donde los hombres se ven a sí mismos como los principales proveedores de la familia y, a menudo, como una figura que impone disciplina.
Los autores del libro dicen que solucionar el problema es complicado, ya que hay muchas variables en juego, pero creen que el primer paso es reconocer el problema. La educación juega también un papel clave, al ser esa la vía para socializar a niños y niñas, apunta Correia, quien dice que cambiar la imagen existente sobre el rol del hombre llevará tiempo.