Presupuestos, competitividad y Poincaré
Las partidas de educación e I+D son las que más crecen en unos Presupuestos del Estado para 2007 que pretenden hacer de España un país más competitivo. Es un objetivo ineludible cuya eficacia dependerá, según el autor, más que de los fondos aportados de que dichas medidas calen en la sociedad y en la empresa
Escribir una canción no es lo mismo que saber interpretarla. A veces la partitura suena bien y la letra resulta atractiva, pero la ejecución es lamentable y los resultados finales enturbian los logros iniciales. En otras ocasiones, en cambio, una brillante producción convierte en inolvidables tonadas de más bien mediana calidad. Con los Presupuestos Generales del Estado viene a ocurrir algo semejante. Más allá de condicionantes de carácter político, los mismos recogen el resultante de lo que viene a ser un cruce entre las mejores intenciones del Gobierno de turno y las siempre insuficientes disponibilidades económicas. Son la mejor representación de esa definición de economía por la cual ésta consiste en la eficiente asignación de recursos escasos, susceptible de usos alternativos.
Es precisamente en lo que concierne a determinadas partidas relacionadas con la sociedad de la información en las que los Presupuestos Generales del Estado para 2007 brillan en especial. La investigación y la educación salen fortalecidas, al menos si se comparan las partidas asignadas a las de ejercicios anteriores. La primera dobla ya la cifra de 2004 (lo que por sí sólo puede también dar a entender lo escaso de aquel año) y supone el 18% de las actuaciones de carácter económico. El Plan Avanz@, la investigación básica y la relación entre investigación y desarrollo tecnológico industrial copan la mayor parte de los compromisos. En lo relativo a la educación resulta llamativo el punto que recoge los 95 millones de euros destinados a que aprendamos inglés, tan novedoso como necesario.
No es objeto de estas líneas entrar en el debate acerca de la suficiencia o no del monto de las partidas. Claramente siempre serán insuficientes para cualquier actor de cada uno de los sectores afectados por los Presupuestos. El punto de mira pretende fijarse en la efectividad de las medidas que acompañen la mera línea presupuestaria. Porque de poco sirven éstas si se quedan en efímeros fuegos de artificio. Bonitos, eso sí.
Lo mejor que le puede ocurrir a un proceso de innovación, entendido en sentido amplio, es que su final sea un nuevo producto o servicio
Y para que sean efectivas deben calar en la sociedad y en la empresa. Este año podremos juzgar con más profundidad los efectos del Plan Avanz@ en, por ejemplo, el número de internautas, aunque habrá que aguardar un plazo algo más largo para poder evaluar el impacto industrial de los resultados de la investigación. Hablo de impacto industrial en cuanto a que lo mejor que le puede ocurrir a un proceso de innovación, entendido en sentido amplio, es que su final sea un nuevo producto o servicio. Cierto es que la investigación pura trasciende este significado y se mueve en tan etéreos como indescifrables mundos, pero parece que el Gobierno apuesta por el anterior camino. Una buena parte de la correspondiente partida está destinada a dinamizar el I+D+i empresarial, para lo que será necesario asimismo una tan justa como necesaria aportación industrial. De hecho, las contribuciones privadas constituirían en 2010 el 55% con las que alcanzar el anhelado 2% del PIB dedicado a I+D+i.
El efecto final de estas medidas no es otro que hacer de España un país más competitivo. Buena falta nos hace si hacemos caso al recientemente aparecido ranking sobre competitividad publicado por el World Economic Forum (WEF). Nos situamos en un incómodo 28º lugar. Ni avanzamos ni retrocedemos, algo que empieza a ser una constante en el comportamiento de ciertas variables macro españolas. Por cierto, cuando se desagregan los datos del informe y se analizan los exclusivamente tecnológicos, el puesto es ya el 33º, o el 35º cuando es de innovación de lo que se trata. Y, como bien recuerda el WEF, la competitividad es requisito imprescindible para que la prosperidad sea sostenible.
Y no va a ser sencillo escalar posiciones, al menos a corto plazo. Y eso que el Gobierno, volviendo a los Presupuestos, prevé que aumenten las exportaciones de bienes y servicios en un 5,4% y que la productividad por empleado crezca un 0,7%, casi el doble que en 2005, pero menos que el coste laboral unitario, para el que se calculan alzas del 1,9%.
La economía española, tan boyante en otras materias, se ve abocada a superar continuamente los ya en desuso exámenes de septiembre cuando se enfrenta a algunos de los factores que van a constituir, si no lo hacen ya, la economía del futuro inmediato. Parece como si planeara sobre nuestro país una especie de nueva conjetura de Poincaré, por la cual la economía española puede ser tan redonda como elástica e indeformable, pero no se conocen los medios para conseguir ese efecto. A pesar de su carácter, habrá que echar mano de Perelman.
Manuel Gimeno García. Director general de la Fundación France Télécom España